El Rey, el príncipe Felipe, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y varios miembros del Gobierno acudieron ayer a la base aérea de Getafe (Madrid) a recibir los restos de los 17 militares fallecidos en el accidente de helicóptero en Afganistán y a confortar a las familias. El presidente del Gobierno procuró volcarse en los afectados, en contraposición a la actitud de desapego que atribuyó al Ejecutivo del PP ante los familiares de las víctimas del Yak-42. Ayer, antes de ir a Getafe, Zapatero visitó las bases a las que pertenecían los fallecidos, en Pontevedra, Sevilla y Madrid, y habló con sus familias.

A las 20.06 horas aterrizó en Getafe el avión Hércules que traía los féretros. Los familiares, que habían llegado dos horas antes en sendos aviones Boeing desde Vigo y CN-235 desde Sevilla, se colocaron en el jardín central de la terminal. Antes, habían recibido el pésame del Rey --que volvió ayer a Madrid desde Botsuana, donde estaba de cacería--, del Príncipe y de las autoridades en la cafetería de la base.

LA RECEPCION A las izquierda de las familias se colocaron las autoridades: el presidente del Gobierno, seguido del Rey (que estaba vestido con su traje de capitán general) y del Príncipe (con su uniforme de comandante del Ejército de Tierra). También acudieron a recibir los féretros el dirigente de IU, Gaspar Llamazares, contrario a la misión militar española en Afganistán; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; y el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos. No acudió Mariano Rajoy. El PP se quejó de que se avisó con poco tiempo. Los medios informativos no tuvieron acceso a los familiares.

Cuando el avión llegó adonde debía descargar los féretros, soldados de la Fuerza de Acción Rápida y de la Fueza Aeromóvil del Ejército se acercaron en formación de grupos de diez y comenzaron a trasladar las cajas, cubiertas con la bandera de España, hacia los catafalcos, alineados ante los coches fúnebres.

El ministro de Defensa, José Bono, fue el primero en descender del avión, junto al jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, teniente general José Antonio García González. Saludó al Rey y se abrazó con Zapatero. Mientras los soldados iban bajando los féretros, el ministro departió un minuto con el Monarca y mantuvo una larga conversación, interrumpida a intervalos por el paso de los restos de los fallecidos, con el presidente, a quien pudo informar sobre el siniestro y las identificaciones.

Los féretros fueron conducidos a hombros por seis soldados cada uno y trasladados lentamente ante las autoridades y los familiares. Cada uno de ellos recibió el saludo militar del Rey, el Príncipe y los mandos del Ejército. Las autoridades civiles inclinaban la cabeza. Los familiares mantenían una gran serenidad. Apenas se oyeron dos lamentos durante los cincuenta minutos que duró el acto.

El traslado de los restos se hizo bajo los acordes de las marchas fúnebres de Chopin y del maestro Moreno, interpretadas por la banda de música del Regimiento Inmemorial del Rey. No sonó, en cambio, el himno nacional durante la ceremonia, que se completó con un responso a cargo del obispo castrense, Francisco Pérez González. Este recordó los nombres de los fallecidos y reprodujo un mensaje de condolencia transmitido por el papa Benedicto XVI.

HOMENAJE EN HERAT El avión había despegado a las 4.30 de la base de Herat, en Afganistán, donde los fallecidos fueron despedidos con honores y con una ceremonia religiosa. Tras su llegada a Madrid, los cuerpos fueron trasladados al Hospital Gomez Ulla, donde se les practicará la autopsia y los familiares podrán pedir que se verifique su identificación.