El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, siempre tuvo claro que la oposición del PP y Ciudadanos tras ganar la moción de censura sería feroz. Lo que no pensó, explican sus colaboradores, es que ahí también entraría su tesis doctoral. Un asunto «muy menor», continúan en el entorno de Sánchez, del que se venía hablando sin especial transcendencia desde que alcanzó por vez primera el liderazgo del PSOE, en el 2014. Sin embargo, al calor de la dimisión de la ministra de Sanidad, Carmen Montón, por su máster fraudulento, la polémica ha llegado de la mano del dirigente de Ciudadanos (Cs), Albert Rivera, con enorme crudeza, acusaciones de plagio incluidas. Y ahora, explican fuentes socialistas, es «casi la guerra». El PSOE se prepara para la ofensiva contra el PP de Pablo Casado y Cs.

Una primera muestra pudo verse el viernes. Las comparecencias tras el Consejo de Ministros no suelen ser pródigas en ataques a la oposición, porque el Gobierno, da igual su color, suele emplear un tono institucional, dejando las críticas más duras para los dirigentes del partido. Pero la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá, no cumplió esta vez con el ritual. Empleando un lenguaje bélico, dijo que buscaban «abatir» a Pedro Sánchez con sus «ataques personales».

CONTUNDENCIA / Fue contundente, pero lo que viene lo será aún más. Ahora que Montón ha dejado el Gobierno y Sánchez ha divulgado su tesis, tras someterla a dos controles informáticos que descartan las denuncias de plagio, los socialistas se van a volcar en contra de Casado, cuyo máster en la Rey Juan Carlos está siendo investigado por el Tribunal Supremo. El líder del PP obtuvo el título sin asistir a clase y cursando solo cuatro de las 22 asignaturas gracias a convalidaciones. Nunca ha enseñado sus trabajos finales. Y, aunque diga lo contrario, no se los dejó tocar a la prensa en la reunión del 10 de abril en la que convocó a más de 50 medios para defenderse de las primeras informaciones que le acusaban de irregularidades. «No vamos a soltarle», señalan en la dirección socialista.

Rivera tiene también sombras académicas, al existir versiones contradictorias de su currículum. Pero la carga contra el presidente de Cs vendrá, sobre todo, por su cercanía al PP. Aquí la posición de los naranjas en el decreto de exhumación de Franco, que no apoyaron, ocupará un papel protagónico.

Los socialistas admiten errores en su peor semana desde que llegaron a la Moncloa. Sánchez respaldó la continuidad de Montón y cuatro horas después esta anunciaba su salida. La venta de bombas a Arabia Saudí, suspendida en un primer momento y reactivada días después, ha sido el principal encontronazo interno que ha tenido el Ejecutivo, pero aquí la responsabilidad se endosa a Margarita Robles, ministra de Defensa, que anunció la paralización del contrato con Riad «sin encomendarse a nadie». Y el caso tesis podría haberse solventado si Sánchez hubiese accedido a publicarla hace años, como le recomendaban sus colaboradores.

Pero en el Gobierno también dicen tener motivos para el optimismo. «Con las explicaciones sobre la tesis y la salida de Montón, hemos mantenido intacto nuestro listón ético. Y Podemos y el resto de partidos que apoyaron la moción no se han subido a la cacería contra Sánchez», señalan fuentes de Moncloa.

CAMBIO DE LA PREGUNTA / El martes por la noche, al ver la dimisión de Montón y comprobar que el Ejecutivo había vetado una iniciativa de Cs para obligar a publicar las tesis y los trabajos de fin de máster, la dirección naranja decidió dar un golpe de efecto. Al día siguiente, en la sesión de control al Gobierno, Rivera no le plantearía la pregunta que había registrado sobre Cataluña: le sacaría el asunto de la tesis.

En vez de abundar en el máster del líder del PP y pedirle la dimisión, prefirieron atacar al jefe del Ejecutivo. «Ya habrá tiempo para exigir a Casado que se vaya, todavía falta que el Supremo decida si lo imputa o archiva la causa», afirman fuentes de Cs. Con esta estrategia, Rivera no solo logró arrinconar a Sánchez y colocarse el foco mediático, perdido tras la moción de censura y la intrascendencia de sus 32 escaños. También quitó espacio al presidente del PP para hacer oposición, ya que tiene que medir sus palabras para que no se le vuelvan como un bumerán con su máster; consiguió resucitar las críticas contra el «bipartidismo» y siguió marcando la actualidad.

En estos últimos días, Albert Rivera ha logrado salirse del tema del independentismo, algo que en el PP consideraban que les beneficiaba porque devuelve a Ciudadanos «a ser solo un partido catalán». El líder naranja ha cogido carrerilla con tres asuntos: la presión a Susana Díaz en Andalucía, la propuesta de suprimir el impuesto de sucesiones y ahora la tesis de Sánchez. Veremos hasta dónde llega.