Estaba feliz. Contaba los pocos días que le faltaban para regresar con su mujer. A pesar de lo complicado que resulta lidiar con los policías afganos, las cosas estaban saliendo bien y se sentía estimado por sus alumnos. A finales de julio terminó un curso con suboficiales y el último día se emocionó por las muestras de cariño. En uno de sus últimos correos electrónicos me contaba: "Parece que les ha gustado, ha habido una gran participación y al final ha sido bastante emotivo, dándonos las gracias. El intérprete dice que en muy pocas ocasiones lo hacen. En fin, un poco de consuelo a la paciencia de estos 20 días en los que nunca han llegado a la hora... Les pedimos que vengan con armas, se las dejan y tienen que regresar a por ellas...".

Nos conocimos en Afganistán, en la base de Qala-i- Now. Utilicé mi mejor tarjeta de presentación: "Estuve con el GAR en Haití". No hizo falta más. Con algunos de los que acudieron tras el terremoto compartió tres años en San Sebastián luchando contra la banda terrorista ETA. "Los mejores años de mi profesión", escribió como respuesta a unas fotos que le envié de sus compañeros recién llegados de la isla caribeña. "Los piratas del Caribe", los bautizó.

En la academia lo llamaban Gil por una historia larga de un profesor que veía poco. Y en el GAR, donde todos tienen mote, le pusieron Sabonis. No podía ser de otra manera, más alto y grande que un día sin pan, José María jugaba al baloncesto con sus primos. Divertido, honesto, buen mando y guardia civil por los cuatro costados, se presentó voluntario para Afganistán. Ahora esperaba encontrar un hueco para regresar al GAR y dejar el CAE, el Centro de Adiestramientos Especiales que la Guardia Civil tiene en Logroño y donde era profesor desde que ascendió a capitán.

Hace poco me contaba en broma que quería seguir el Ramadán: "Aunque con este calor, el gimnasio y las carreras por la base ya he perdido 10 kilos en cinco meses". Quedamos en vernos en septiembre en Logroño con los piratas de Caribe y echar unas risas. Y eso haremos, quedar y no olvidarlo.