José Luis Rodríguez Zapatero llegó al Gobierno gracias a la imagen de un talante amable y de unas convicciones profundas, en la línea de las izquierdas republicanas clásicas. Pero el poder ha descubierto a otro Zapatero, pragmático, implacable y capaz de modificar las ideas según las necesidades. Un superviviente que cuando está contra las cuerdas supera la situación con una operación mágica, aunque deba decir lo contrario de lo que decía una semana antes.

Al principio, Zapatero intentó en Euskadi una pinza con la izquierda aberzale contra el PNV. Era el espíritu de la negociación con ETA. Después bendijo un pacto con el PP también contra el PNV, que ha llevado a Patxi López a la Lendakaritza. Ahora, necesitado de los votos del PNV para acabar la legislatura, insinúa que estaría dispuesto a aceptar que gobierne en Euskadi la fuerza más votada, una afirmación al gusto de los nacionalistas vascos pero que aparentemente conlleva el sacrificio de López. Aparte de que con este sacrificio debilitaría a un teórico rival, candidato a la sucesión, no sería el primer caso en que se desprende de una pieza autonómica en beneficio de una estrategia socialista general. Sacrificó la pieza Pasqual Maragall y pocos dudan de que sacrificaría también la pieza José Montilla, si le conviniese.

¿Le está dando Zapatero la Lendakaritza al PNV? ¿Está construyendo una doctrina según la cual manda el que queda primero, que se puede exportar a Cataluña, Galicia y Baleares? No lo creo. Y sería ingenuo que el PNV lo pensase antes de tiempo. Primero, porque en ninguna parte está escrito que el PNV tenga que ser la lista más votada en Euskadi. Con los instrumentos del Gobierno vasco y el español en las manos, Zapatero trabajará para que lo sea la del PSE. Ciertamente, lo tienen difícil: la marca socialista cotiza a la baja y el peculiar sistema electoral vasco hace difícil que los nacionalistas no sean los más votados, aunque no sean los que tengan más escaños.

Pero hay otro motivo para el escepticismo del PNV. El calendario. Con la promesa de dar la Lendakaritza al partido más votado, Zapatero cobra primero en Madrid el apoyo nacionalista y paga después en Euskadi, renunciando a combinaciones que permitirían a López continuar siendo lendakari. El orden de los factores es importante. Primero, el PNV debe dar sus votos. Mucho después, recibirá la compensación. ¿Y si Zapatero cambia de idea? ¿Y si cree que han cambiado las circunstancias? ¿Y si dice que lo de los pactos es cosa del PSE y que él no tiene nada que decir? ¿A quién reclaman los del PNV, cuando ellos ya hayan pagado el peaje, si no reciben la compensación?