El preso etarra más polémico, Iñaki de Juana Chaos, sale definitivamente hoy de la cárcel tras cumplir 21 años de prisión y en medio de un gran revuelo político y la indignación de las víctimas del terrorismo y de buena parte de la sociedad, que no entiende cómo solo ha cumplido menos de un año de cárcel por cada asesinato.

De Juana fue condenado a más de 3.000 años de cárcel porque en su corta historia en ETA (estuvo solo cuatro años en activo hasta que fue detenido en 1987) asesinó a 25 personas. Pero fue castigado por el Código Penal de 1973, cuyo sistema de redención ha permitido que De Juana, y también otros etarras sobre los que no se ha puesto el foco mediático, salga a la calle sin cumplir 30 años de prisión.

Sin embargo, su caso es especial por su enorme ego y su extrema dureza. En prisión, ha mantenido un comportamiento conflictivo por el que ha estado sancionado durante largos periodos en régimen de aislamiento. Por su parte, se ha declarado en huelga de hambre una docena de veces.

El sanguinario terrorista también envió amenazas por escrito, como en 1992, cuando advirtió al juez de vigilancia penitenciaria de Cádiz, Federico Ruiz Sotillos, de que estaba en una lista de personas "ejecutables". Sus provocaciones continuaron con un colofón terrorífico en 1998: en la prisión de Melilla, solicitó una botella de champán francés, una tarta y un kilo de langostinos para celebrar la muerte a tiros del concejal de Pamplona Tomás Caballero.

Esta actitud no le ha impedido aprovecharse de los recovecos del Estado de derecho que tanto repudia para redimir pena con títulos universitarios bajo sospecha, un hecho denunciado por el PP. En el 2005, la Fiscalía General del Estado ordenó la revisión de su expediente, lo que provocó la anulación de 175 días y el retraso de su excarcelación hasta agosto del 2005. Un juzgado de Getxo sigue investigando su historial universitario.

De Juana podía haber salido de prisión hace casi dos años, pero se le impuso entonces una nueva condena de tres años por amenazas, recogidas en dos artículos de opinión en el diario Gara . Tras la sentencia, el etarra inició una larga huelga de hambre que tensó el proceso de paz y forzó al Gobierno a tomar una de sus decisiones más impopulares: su traslado a un hospital de Euskadi. Una vez recuperado, fue enviado de nuevo a Madrid, a la cárcel de Aranjuez, de la que saldrá hoy.

Su salida vuelve a poner al Ejecutivo entre la espada y la pared. Según fuentes gubernamentales, Interior no quiere darle un trato preferente, pero tampoco puede pertenecer inmóvil ante los incidentes que pudieran producirse hoy en las puertas de la cárcel. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, afirmó que siempre debe respetarse la ley, aunque De Juana genere "absoluto desprecio".