Han aparecido tan sonrientes como sabedores de las espinas que se iban a encontrar en el primer encuentro en la Moncloa. Más allá de los desafectos de las nostalgias, Pedro Sánchez y Susana Díaz abordan este nuevas dificultades, en especial, cómo avanzar sin una reforma de la financiación autonómica que ambos líderes saben imprescindible pero que el presidente del Gobierno ya ha advertido que no podrá llevar a cabo en esta legislatura.

La situación es compleja. El Ejecutivo ha ofrecido a los territorios aumentar en dos décimas el déficit público, lo que supondría para las arcas autonómicas 2.400 millones de euros extra para gasto, como intento de compensación por la no reforma integral del modelo de financiación.

La idea no ha parecido suficiente a las comunidades del PP, que el pasado jueves votaron en contra en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, un rechazo que parece el preludio de la negativa de los populares a aprobar el objetivo de déficit y deuda en el Parlamento. Si la votación no sale aprobada en el Senado, donde el PP conserva su mayoría absoluta, Sánchez puede presentar igualmente los Presupuestos para el 2019, pero su imagen sufriría un varapalo por la evidencia de la fragilidad parlamentaria aquí y frente a Bruselas.

Díaz es la cuarta presidenta autonómica con la que Sánchez se reúne, tras los encuentros con Iñigo Urkullu, Quim Torra y Alberto Núñez Feijoo.