Catarsis colectiva del soberanismo. A lo largo del día de ayer, diferentes actores destacados del independentismo hicieron autocrítica sobre la estrategia secesionista, en la línea de lo que expuso el domingo la exconsejera lara Ponsatí y continuó el lunes el portavoz de la dirección de ERC, Sergi Sabrià. Con todo, quien primero lanzó mensajes autocríticos fue la dirigente del PDECat Marta Pascal, el pasado 31 de octubre. Tras ella, ayer fue el expresidente Artur Mas quien, en un debate en el club Siglo XXI, en Madrid, afirmó que el objetivo de la independencia sigue estando vigente, pero cuestionó que «hubiera un buen control de los tiempos» y que «la mayoría social fuera suficiente» para llevar a cabo el plan secesionista.

Ayer, primero fue el exconsejero de Sanidad, Antoni Comín, quien en una entrevista en RAC-1 admitía que hasta ahora el independentismo ha preferido «escuchar la parte del relato más épica, más emocionante y más bonita», en contraposición a las voces que alertaban sobre «la represión del Estado» o «que los gobiernos europeos no nos reconocerían a la mañana siguiente de una DUI». Comín reiteró que el Ejecutivo de Puigdemont no estaba preparado para desplegar la república catalana en un contexto de «represión».

Después, fue el diputado de Esquerra en el Congreso, Joan Tardà, quien afirmó que Cataluña no es independiente «porque no ha existido una mayoría de catalanes que así lo hubieran querido». El parlamentario de ERC añadió que «se proclamó la independencia y la república, pero no se implementó porque no estábamos predispuestos a poner en riesgo la seguridad de los ciudadanos y es inevitable que pesara sobre los dirigentes y el Govern el trauma del 1-O». Tardà elogió la actitud de Carles Puigdemont al no implementar lo aprobado por el Parlament y dijo sentirse «muy orgulloso».

Por su parte, los posconvergentes del PDECat subrayaron lo que planteó Puigdemont al reconocer que existen «opciones alternativas» a la independencia, pero que no han podido implementarse por la negativa del Gobierno central. Consideró el portavoz del PDECat, Carles Campuzano, que no se renuncia a la independencia pero se deben recalcular los ritmos. «No va a haber renuncia al horizonte de la independencia. La aspiración ha llegado para quedarse. Pero vamos a necesitar más tiempo para reforzar las mayorías sociales. Las fuerzas soberanistas deberán acompasar sus ritmos», admitió. Considera Campuzano que las reflexiones de Puigdemont constituyen una «autocrítica» que sería necesario que hiciese también el Gobierno central, informa Iolanda Mármol.

Por su parte, el portavoz de Òmnium, Marcel Mauri, es de la opinión de que el independentismo ahora debe «reforzar algunos objetivos que no eran sólidos». «Eran estructuras de Estado de un gobierno autonómico que pensaba que estaba ante un Estado que se sentaría a negociar», aseguró Mauri en Catalunya Ràdio, añadiendo que el Govern tenía indicios de que podía haber un «uso elevado» de la violencia tras el 1-O.

EL ENFADO DE HOMS / En respuesta a ciertas autocríticas, el exjefe de filas del PDECat en el Congreso, Francesc Homs, ha publicado un tuit afirmando que le parece «insólito» que ahora se diga que la Generalitat no está preparada para pacer efectiva la independencia, después de haber tildado a Carles Puigdemont, de «traidor» cuando llegó a plantearse convocar elecciones autonómicas para frenar la intervención de la Generalitat por medio del artículo 155 de la Constitución.

El destituido delegado de la Generalitat en Gerona, Eudald Casadesús, añadióen Ràdio Girona que la república independiente no se hizo realidad porque fallaron «consejerías clave», entre ellas, la de Oriol Junqueras.