Así reza un antiguo proverbio tuareg, la etnia dominante en el norte de Malí: "Dios solo habló una vez, no dos, y dejó bien claro que el Islam es una religión de paz y de amor". Con él responde buena parte de la población a los fanáticos que siembran el terror en la región del Sahel, con fines más económicos que políticos. Entre estos fanáticos se encuentran los que mantienen secuestrados, desde el pasado 29 de noviembre, a tres cooperantes españoles, capturados por un grupo de intermediarios al servicio de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). En Malí, el secuestro se da ya casi por concluido. "En cuanto se resuelvan unos pequeños arreglos técnicos", aseguran altos cargos militares en Bamako, pues la liberación, llegado el momento, es una operación mucho más compleja que la captura.

Según ha podido saber esta enviada especial de fuentes próximas a los negociadores, el desenlace final se ajustará al siguiente guión. Primero, los tres catalanes secuestrados --Alicia Gámez, Roque Pascual y Albert Vilalta-- tendrán que cubrir el trayecto que va del lugar remoto del desierto del Sahel donde los terroristas han improvisado un refugio y los mantienen retenidos hasta la base de Moujtar Ben Moujtar, líder de la célula yihadista que los tiene secuestrados.

NEGOCIADORES Una vez allí, carta blanca para que los dos enviados especiales designados por el presidente de Malí para negociar con los terroristas de AQMI se desplacen hasta un punto acordado en mitad del desierto, cerca de una ciudad del norte de Malí. Allí deberán esperar al hombre que ha jurado fidelidad a Moujtar Ben Moujtar y cuya misión es entregar sanos y salvos a los tres voluntarios españoles.

En el argot de los secuestradores y de los mediadores, la operación tiene ya todas las luces verdes. Como si de una coreografía se tratara, cada cual puede ponerse ya a interpretar su papel.

"Esta gente tiene una base de datos con los nombres de los rehenes occidentales, y cuando una operación está liquidada, salta en la pantalla", dicen las mismas fuentes, que aseguraran que "el dinero alrededor de 3,2 millones de euros ya está en manos de los secuestradores". Ha pasado por manos, por ejemplo, de Moujtar, un conocido contrabandista que apenas se deja ver en la ciudad, salvo cuando escoge una joven para casarse. Las alianzas matrimoniales con mujeres de diferentes tribus "le garantizan poder y protección en la zona", afirma el exministro de Defensa y exjefe de los servicios secretos de Malí, Soumeilou Boubeye Maiga. La fórmula de tomar esposas tuareg para asegurarse fidelidades tribales es la más utilizada por los islamistas de la banda Sahel-Sahariana. Ellos lo hacen para obtener poder. Ellas, para poder salir de la miseria.

En el caso de los cooperantes, la excarcelación de presos islamistas nunca fue contemplada por AQMI, lo que ha supuesto más facilidades en las gestiones que se están llevando a cabo para su inminente puesta en libertad, pero en las últimas semanas se vieron condicionadas por la operación de rescate del ciudadano francés Pierre Camatte. "Aunque la célula del francés era diferente a la de los españoles --apuntaron notables árabes-- el jefe en ambos casos es el mismo", el argelino Abdul Hamid, que desde su jaima en el vasto Sahel controla las operaciones en una zona que cuenta con aproximadamente 300 fieles a la causa de Osama bin Laden.

Con el ciudadano francés fuera de la retaguardia de Al Qaeda desde el martes, después de que Malí cediera al chantaje salafista y sacara de la cárcel a los cuatro islamistas, se abrió el escenario idóneo para los rehenes españoles. Aún así, el coronel Diabira, el director del Centro de Estudios Estratégicos de Malí, considera que "una autoridad española debería haber acudido ya a la capital para ejercer presión y acelerar las negociaciones, siguiendo el ejemplo francés". Dos visitas del ministro de Asuntos Exteriores francés, Bernard Kouchner, a Bamako y Argel terminaron con el secuestro de su compatriota, que en una íntima ceremonia en la residencia del presidente de Malí, Amadou Toumane Touré, a la que acudió Nicolas Sarkozy, contó su secuestro: "Eran fanáticos que intentaban convertirme al Islam".

Son muchos los observadores dentro y fuera del país que consideran "contraproducente" claudicar ante las exigencias de los terroristas, sean del carácter que sean, porque los efectos son negativos. "Solo contribuirá a aumentar la industria de Al Qaeda, y esto será el cuento de nunca acabar", explica Mahamoud Ben Sidi Ahmed Arawani, un excombatiente tuareg de la provincia de Kidal, principal feudo de salafistas. De hecho, la decisión del Gobierno de Malí, presionado por Francia, de canjear al ciudadano francés por cuatro islamistas encarcelados por delitos de sangre ha desencadenado una tensa crisis en la región del Sahel, que ha dado al traste con una política antiterrorista entre Argelia, Malí y Mauritania que prometía dar buenos frutos.

PROTESTA DIPLOMATICA Los gobiernos de Argelia y Mauritania retiraron esta semana a sus embajadores en Bamako como señal de repulsa a la decisión de liberar a los islamistas. Sin embargo, Malí prefirió distanciarse de sus dos vecinos. "¿Qué puede hacer Malí si Occidente le presiona así?", afirma el jefe de tribu Moussa Maiga. El presidente del país, no obstante, lo niega. Asegura que Malí es un estado soberano, pero que está obligado a "negociar con los terroristas" porque están asentados en su territorio y "secuestran a occidentales".

Tres están a punto de ser liberados.