La Audiencia Nacional sienta precedente ante su próximo reto: el macrojuicio de los atentados del 11-M en Madrid. Por ello, explica que no es necesario cambiar las normas actuales para castigar el terrorismo islamista, que considera perfectamente adecuadas para delimitar las responsabilidades en la lucha contra el terror global. "Nuestra legislación es una de las más avanzadas y completas del mundo, por lo que aquí no hay nada que crear", señala.

Sin embargo, en la sentencia contra la célula de Al Qaeda ha llamado la atención la enorme diferencia entre las penas solicitadas y las condenas impuestas. En cuanto al papel de Abú Dahdah, el único al que se ha considerado responsable de un delito de conspiración para cometer homicidio terrorista, el tribunal argumenta que "no ha resultado probada la realización de actos ejecutivos".

Señala, eso sí, que "conocía los siniestros planes de inmediata ejecución" de los atentados en Estados Unidos y que "los asumió como propios, siendo puntualmente informado de los preparativos".

Los jueces explican que han tenido que actuar contra un "reducido número de ciudadanos extranjeros (en su mayoría sirios) que abandonaron sus países hace más de dos décadas" para asentarse en España. Esos individuos se integraron en nuestra sociedad al llevar "una forma de vida aparentemente normal", ya que practicaban "con plena libertad la religión musulmana que profesaban". Sin embargo, "de forma progresiva, no ya usando, sino abusando de las facilidades que son inherentes a ese sistema de libertades, comenzaron a utilizar sus lugares sagrados" para "imponer sus postulados religiosos".

"Morir luchando"

Esa red, argumentan los jueces, quería imponer a los occidentales su forma de vida "por la fuerza y costase lo que costase". El tribunal sostiene que los terroristas islamistas optan por "morir luchando", al ser "una fuente de infinitas recompensas en el más allá". Por ello, dice la resolución, "utilizan sus particulares métodos, aunque presupongan un absoluto desprecio a los dictados de las normas internacionales". Para este tipo de terroristas, añade el tribunal, "el fin justifica los medios y cuanto más terroríficos mejor".

Por este motivo, el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, lanza sus amenazas para que individuos "de personalidad frágil" ejecuten los atentados. Eso fue lo que les pasó a los integrantes de la red española de la organización terrorista, que "llevaban una vida normal, pero en lo más profundo de su ser latía ese sentimiento".

En la cúspide de ese grupo se situó Imad Eddin Barakat, Abú Dahdah, "que lideraba una campaña violenta con utilización de bombas para desestabilizar el país". Además, Barakat --"que siempre aparece en todos los escenarios"-- participó "en la ideación criminal y concierto" con los miembros de la célula suicida de los atentados del 11-S.

Los jueces le acusan de decidir junto al jefe de los pilotos suicidas, Mohamed Atta, los atentados. Pero rechazan que tuviera relación con la ejecución. A pesar de ello, le consideran responsable, aunque el 11-S no hubiera tenido lugar.

Pero la condena no es de 73.337 años como pedía el fiscal, sino de 27.