Empezó como una sesión solemne y derivó en estrepitoso guirigay. Fue el itinerario de la comparecencia de Zapatero ante la Asamblea Francesa. Los diputados recibieron al huésped con un caluroso aplauso cuando subió a la tribuna de oradores y escucharon su discurso con atención de enciclopedistas. Hasta ahí, todo transcurría con elegancia y buen hacer.

Pero, entonces, comenzó el turno de las preguntas --formato que se estrenaba ayer con Zapatero-- y se armó la grande. Cada uno de los cuatro grupos parlamentarios utilizó su turno y las respuestas del invitado para sacarle punta a la pelea política doméstica. El portavoz del PSF saludó a Zapatero como "socialista", lo que provocó abucheos desde las bancadas de la UMP (conservadores) y de la UDF (liberales). El líder español replicó que él hablaba como "presidente de los españoles" (aplausos de UMP y UDF, seriedad en el PSF), aunque después recalcó su condición de "izquierdista" (aplausos en PSF).

El clímax del cachondeaux ocurrió cuando Zapatero desgranó sus políticas: retirada de tropas de Irak (aplauso unánime), subida del salario mínimo (ovación desde la derecha, que aprobó desde el Gobierno una medida semejante), ley de autonomía (nuevos aplausos conservadores), incremento de las pensiones mínimas (vítores desde el PSF, que reclama eso en Francia). Y así. Curiosamente, la derecha aplaudió más.

El presidente de la Asamblea Nacional se vio obligado a agitar varias veces la campanilla llamando al orden. "Puedo confirmar que esta Asamblea está tan animada como suele estar habitualmente el Parlamento español", bromeó Zapatero.

Los abucheos desde la derecha arreciaron cuando le llegó el turno al portavoz del Partido Comunista, que denunció las desigualdades e injusticias de la UE y se manifestó contra el Tratado constitucional. Zapatero rechazó los argumentos del comunista, pero le dijo a modo de consuelo: "En mi país, los grupos afines al suyo han pedido el no, y les tengo mucho respeto porque, entre otras cosas, apoyan a mi gobierno". Carcajada general... excepto en la bancada comunista. Al final, larga ovación de pie.