Sorpresa. Estupefacción. Ira. Alegría de unos. Lágrimas de otros. Como en un drama de Shakespeare en versión castiza, todos los sentimientos humanos se dieron cita ayer en la Asamblea de Madrid, donde la traición de dos socialistas dejó la presidencia del Parlamento regional en manos del PP.

La sesión para elegir los nuevos órganos de la Asamblea madrileña comenzó pasadas las 10 de la mañana y prometía ser un mero trámite para consagrar al nuevo poder de izquierdas: PSOE e Izquierda Unida sumaban 56 diputados, mientras que los populares tenían 55.

Pero en la bancada socialista había dos escaños vacíos. Comenzaron los nervios y los rumores. La portavoz adjunta del PSOE, Helena Almazán, pidió a la Mesa un receso de cinco a diez minutos alegando que dos compañeros de su formación, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, habían tenido un "pequeño percance". Los dos diputados acababan de participar en una reunión del grupo parlamentario y, de pronto, se habían esfumado.

BILLETE DE LOTERIA

Desde el PSOE se les intentó localizar, sin éxito. Los servicios jurídicos de todos los partidos se pusieron en marcha para analizar el nuevo escenario. Trece minutos más tarde, la presidencia de la Mesa llamó a votación y la popular Concepción Dancausa, gran amiga de Ana Botella, fue elegida nueva presidenta de la Asamblea.

A partir de ese momento, el moderno edificio de la Cámara regional, situado en el popular distrito de Vallecas, se convirtió en un hervidero de personas y de rumores: que si había de por medio un maletín con tres millones de euros, que si los ausentes estaban despechados, que si María Teresa Sáez vivía un difícil momento personal...

Curiosamente, se apreciaba más sorpresa en el PSOE que en el PP. ¿Intuían algo? Según testigos presenciales, antes del pleno la jefa popular, Esperanza Aguirre, dijo a los suyos: "Si hay alguna novedad, el voto es para Concepción". ¿Precaución o dotes de anticipación?