No es la primera vez, ni será la última, que el Estado autonómico avanza a estirones de Cataluña o Euskadi. Ahora le ha tocado al PNV, que ha sacado inteligente partido a la extrema debilidad parlamentaria del PSOE, necesitado de sus seis votos a los presupuestos para salvar la legislatura. Pero el guión siempre es el mismo. Se acuerda un nuevo traspaso o una nueva transferencia de dinero en una cumbre sin luz ni taquígrafos (esta vez, las políticas activas de empleo, con 472 millones de euros en la mochila). El beneficiado lo anuncia como un gran logro para su comunidad y, enseguida, la oposición se rasga las vestiduras. Este último acto, como era previsible, corrió a cuenta del PP, que volvió al "España se rompe" del Estatut, pero con otra modalidad. Ahora "se rompe la caja única" de la Seguridad Social. Lo último que, según los populares, queda en pie del Estado español.

Rajoy guardó silencio, pero su portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, trazó la senda de buena mañana para el resto de dirigentes, al afirmar que "el año más en la Moncloa" de Zapatero "saldrá muy caro a los españoles". "Este acuerdo rompe la caja de las pensiones y la igualdad entre los ciudadanos", añadió la popular.

A otros se les calentó más la boca. El portavoz conservador en el Parlamento de Murcia se declaró "pasmado" por que un grupo político "se haya vendido por 480 millones". Sirva solo a título de ejemplo de lo que se oirá en los próximos días.

Frustrado porque al acuerdo aplaza su ansiada llegada a la Moncloa, el PP tratará de arañar todos los votos posibles entre el electorado sensible al discurso antinacionalista. "Después de vaciar la caja, ahora la rompen", será otro de los mantras que se más se repetirán.

Sáenz de Santamaría añadió, además, otra pulla: "El presidente del Gobierno ha sido desleal con el presidente del Gobierno vasco". Cuando Zapatero supo que José Montilla no le iba a facilitar las cosas adelantando las elecciones catalanas, supo también que no podría contar con CiU para los presupuestos, y que, por tanto, el PNV era la clave para salvar la legislatura. También era consciente de que un acuerdo con los nacionalistas vascos no solo proporcionaría munición al PP, sino que pondría en apuros al lendakari. "Será un mal trago para Patxi, pero lo entenderá", comentaba por entonces el entorno del presidente.

EL NINGUNEO Patxi López sorteó ayer como pudo el intento del PNV de aprovechar el acuerdo para ningunearlo. Los nacionalistas anunciaron el pacto horas antes del debate de política general del Parlamento vasco para poder presentarse como el verdadero defensor de los intereses de Euskadi. Tan sobrado iba el portavoz peneuvista, Joseba Egibar, que ni siquiera aludió directamente al acuerdo por las cuentas. "Como sé cómo lo está pasando usted en este tema, ni lo toco". Le perdonó así la vida y le acusó de falta de liderazgo, informa Ana Garbati.

"Nada de lo que hace es natural. Los vascos no se fían de usted", fue alguna de las descalificaciones que Egibar dedicó a López, mientras este se declaraba "encantado" por el pacto" porque implicaba la apuesta del PNV por el Estatuto vasco, la gobernación de España y, por tanto, el olvido del plan Ibarretxe.

El guión de los pactos con nuevas transferencias ofrece, casi siempre, una última escena. Aquella en la que el acuerdo con el País Vasco o Catalunya se extiende al resto de comunidades autónomas, incluso las presididas por dirigentes del partido que tanto lo ha criticado. El secretario de Estado de Cooperación Territorial, Gaspar Zarrías, abrió ayer mismo la puerta al nuevo café para todos.