Tres años después del 11-M, no existe "ni un solo dato objetivo" que vincule a ETA con los atentados. Así de rotundos se mostraron ayer siete policías --cinco de la Unidad Central de Inteligencia (UCI) y dos técnicos especialistas en desactivación de explosivos (tedax)-- que comparecieron en calidad de peritos ante el tribunal que juzga la masacre.

Entre los declarantes se encontraban los dos autores del informe de diciembre del 2005 que, según el exdirector general de la policía Agustín Díaz de Mera, ponía al descubierto supuestos nexos entre etarras e islamistas. Díaz de Mera, hoy eurodiputado del PP, ha acusado al anterior comisario general de información, Telesforo Rubio, y al jefe del Instituto de Estudios de la Policía, José Cabanillas, de haber adulterado dicho informe para eliminar rastros de la autoría de ETA.

AÑICOS La versión del exjefe de la policía del Gobierno de José María Aznar se rompió ayer en añicos. "Nunca ha existido un informe que vincule a ETA con el 11-M. Jamás haríamos un informe basado en elucubraciones", afirmó tajante uno de los autores. Su compañera subrayó que el documento que elaboraron no ha sufrido ninguna modificación. Añadió que no recibieron presiones al elaborar el estudio.

Cabanillas, que ya había comparecido como testigo el 9 de mayo, declaró que él se había limitado a remitir al entonces comisario general de información el informe de los dos agentes. Ayer reiteró la inexistencia de nexos entre ETA y el 11-M.

El juez Javier Gómez Bermúdez preguntó a los peritos si esa conclusión sería la misma en el caso de que el explosivo usado en los atentados fuera Titadyne, la dinamita habitual de ETA. Los expertos dijeron que ese dato tendría un "peso mínimo" y no variaría las conclusiones, porque existen otros argumentos que descartan la autoría etarra, como los cruces de llamadas, la "dinámica de funcionamiento" de los terroristas, las huellas digitales, los restos de ADN o el hecho de que ETA se "desmarcara" de la masacre.

"COINCIDENCIAS" Los expertos consideraron una "coincidencia, aunque con cierta lógica", que la detención de la caravana de la muerte de ETA se hubiera producido el mismo día, 29 de febrero del 2004, en que los islamistas se dirigían desde Asturias a la finca de Morata de Tajuña (Madrid) con sus explosivos. También vio comprensible que dos etarras que debían atentar en Santander robaran un coche usado cerca de la casa de José Emilio Trashorras, presunto cabecilla de la red asturiana que vendió los explosivos a los islamistas para el 11-M.