El exjefe militar del GRAPO Fernando Silva Sande protagonizó ayer un ejercicio de desmarcaje y autocrítica en toda regla. En el transcurso de un juicio celebrado en la Audiencia Nacional por la colocación de dos artefactos explosivos en sendas torres de comunicaciones de Radio Nacional y del Ejército en 1998, Silva Sande admitió por primera vez que el GRAPO es una banda terrorista. Y no solo eso, sino que se calificó a sí mismo de "gilipollas", "cretino" y "fanático" por haber pertenecido a ella.

En una declaración que irritó profundamente a sus compañeros de militancia procesados por el mismo caso, el exdirigente del GRAPO aceptó su culpabilidad: "No soy inocente --dijo-- porque he sido lo bastante gilipollas para militar en una organización terrorista". Y añadió: "Hay que tener bastante fanatismo y ser muy cretino para militar ahí".

Silva Sande participó en la fundación del GRAPO en 1975 y, después de ser detenido y cumplir condena varias veces, en 1992 se fugó de la prisión de Granada. En noviembre del 2000 fue detenido en la ciudad de París junto con otros seis miembros de la cúpula de la organización. Tiene 41 causas abiertas en la Audiencia Nacional, de las que se han derivado cinco condenas que suman un total de 158 años de cárcel. Entre ellas, destaca la condena por el secuestro en 1995 del empresario zaragozano Publio Cordón.

COLABORACION Hace unos meses, tras romper su relación con el resto de miembros de la banda encarcelados, Silva Sande ofreció su colaboración para localizar los restos de Cordón tras revelar, supuestamente, que el empresario había muerto en los primeros días del secuestro al intentar saltar por una ventana.

En la vista celebrada ayer, el exdirigente de la organización armada explicó que si nunca hasta hace poco había abjurado públicamente de su pasado en la organización era porque "entonces todavía tenía fe en la secta y en su líder". "Hablaba como todos los fanáticos, enajenado", agregó. Al oír esto, la también exdirigente de la banda Victoria Gómez Méndez empezó a gritarle: "¡Qué cobarde eres! ¡Reconoce tus responsabilidades, cobarde!"

El "líder de la secta" al que aludió Silva Sande es Manuel Pérez, alias Camarada Arenas, secretario general del Partido Comunista de España (reconstituido), al que señaló como "el jefe" que presidía todas las reuniones del comando central y cuya autorización era necesaria para llevar a cabo cualquier acción.

Su testimonio se contradijo con el de otro de los imputados, Jorge García Vidal, que declaró haber colocado los explosivos por iniciativa propia sin pedir autorización, y con el del propio Pérez, que negó su implicación en los hechos y afirmó que el PCE(r) no estaba vinculado con la lucha armada.