En público, los principales dirigentes del PSOE dicen que las elecciones catalanas, con la hecatombe de votos socialistas que trajo consigo, no han supuesto ningún termó- metro para pronosticar lo que ocurrirá en las elecciones municipales y --en algunas comunidades-- autonómicas de mayo, pero lo cierto es que lo del domingo pasado puede ser la antesala de los comicios del año que viene.

Si los socialistas salieran derrotados en Barcelona y Sevilla, su presencia en los gobiernos de las principales ciudades españolas sería casi residual. De hecho, ninguno de los cuatro municipios más poblados --porque pocos dudan de que el PP repetirá su triunfo del 2007 en Madrid y Valencia-- estaría en manos del partido de José Luis Rodríguez Zapatero. Si se confirmasen sus peores augurios, el PSOE tendría que consolarse con Zaragoza como la más importante plaza en España, por delante de Palma de Mallorca y Las Palmas de Gran Canaria. Y estas dos últimas ciudades insulares también podrían dar la espalda al socialismo.

CIUDADES EN PELIGRO Hay miedo. Los socialistas, más que Sevilla, temen perder Barcelona. En primer lugar, porque después del franquismo --desde 1979-- los cuatro alcaldes barceloneses han sido siempre socialistas. La ciudad andaluza, por contra, ha estado gobernada por el Partido Andalucista en dos ocasiones (de 1979 a 1983 y de 1991 a 1995) y por el PP en una (entre 1995 y 1999). Y también porque en Ferraz consideran que tienen muchas más posibilidades de repetir en Sevilla que en Barcelona.

Hay algo, según la cúpula socialista, une al alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, con Alfredo Sánchez Monteseirín, su homó- logo en Sevilla: ambos están muy mal considerados por los ciudadanos. Pero siendo bajo el prestigio de Hereu, el de Monteseirín lo es aún más. Solo que este no se presenta a las elecciones (el candidato será Juan Espadas, exconsejero de Vivienda de la Junta de Andalucía) y todo lleva a pensar que el barcelonés sí. El sevillano ha sido defenestrado por el partido. Su renuncia ni siquiera fue anunciada por él mismo, sino por el presidente de su autonomía, José Antonio Gri- ñán. El caso de Hereu es distinto. Ni él está dispuesto a dar un paso atrás ni el PSC a relevarlo, según Ferraz. Y esto, razonan en el PSOE, hace que sea más fácil perder Barcelona que Sevilla.

Y a todo ello se une el malestar interno en el PSC. El conseller de Economía en funciones, Antoni Castells (PSC), llegó a comparar ayer a su partido con un Titanic en pleno naufragio y, en declaraciones a Catalunya Ràdio, pidió un PSC "independiente y autónomo" del PSOE.