Se le entiende bastante bien a Mariano Rajoy Brey (Santiago, 1955); sólo hay que fijarse en lo que dice y en cómo lo dice. Para eso lo ideal es ser gallego; de lo contrario, es más difícil. Y eso que suele hablar en castellano. Digamos que dice y no dice. Pero siempre fija criterio. ¿O no?

"Es un gallego profesional", como dice el semiólogo Jorge Lozano. Pero de ahí a ser infalible, media un abismo, como demostró con "los hilillos" de fuel del Prestige . Puede ser muchas cosas a la vez. Por algo es hincha del Depor, socio del pontevedra, accionista del Celta, abonado del Madrid... y su hijo es socio del Bar§a. Así es Rajoy, que también tiene segundo apellido acabado en y, letra excluida del abecedario gallego, un idioma que, paradójicamente, conoce, pero apenas habla. Con permiso de Zapatero, puede presidir el Gobierno entre el 2004 y 2007. al menos de entrada, porque no dijo nada de estar sólo ocho años. En el PP ha triunfado el gentleman , el caballero de la derecha española.

Su principal receta es "poner cara de póquer", a la vez una de sus frases favoritas. Ante cualquier reacción, un problema, lo que sea... cara de póquer. Y ya se verá qué pasa. Siempre escucha a la gente, lo que le sirve para ganarse su confianza, y en corto no se encara, menos todavía en el cuerpo a cuerpo. Salvo que haya televisión o esté en el Congreso, que ahí actúa. El siente que no tiene enemigos, pero alguno tiene.

De ser algo, que tampoco está muy claro, es liberal; sobre todo es un moderado. Llegó a AP tras haber visto en su facultad, la de Derecho en Santiago, a ciertos grupos radicales que no le hicieron gracia y a los que quiso replicar. No se apuntó a UCD porque le parecía gente del Movimiento, antiguos camisas azules, y él se sentía más liberal. Pero en AP se encontró a gente excesivamente conservadora, a la que trató de ir moderando. Su única audacia juvenil fueron las juergas con sus amigos, que ocuparon más tiempo que sus exnovias. Mucho antes de casarse tuvo otro gran amor, finalmente frustrado.

Mariano nació en Compostela, pero se fue enseguida a vivir a Pontevedra, donde estudió en un colegio de pago. Su familia era de clase media, más bien acomodada, pero lo justo, porque eran cinco hermanos: una chica y cuatro varones. La madre era ama de casa, y el padre, un magistrado que llegó a presidir la Audiencia de Pontevedra, viudo desde hace 10 años. Fue y es muy familiar, visita a menudo a su padre, incluso cuando éste baja a tomar el sol a Canarias, y entre sus hermanos, el más próxi-