Rajoy se fue de vacaciones tras anunciar que no se retiraba, frustrando el golpe de mano interno, y visitar a Paco Camps en Valencia, uno de los barones moderados junto a Arenas (Andalucía), Núñez Feijóo (Galicia), Cospedal (La Mancha) y Gallardón, que le animaron a frenar la operación relevo-exprés preparada por Esperanza Aguirre con los capitanes generales mediáticos de la derecha.

Al volver ha retrasado la junta directiva nacional hasta el próximo lunes y se ha emboscado en el silencio. Y parece que el aznarismo (Aznar, Aguirre, Acebes-) está que trina tras el shock del martes 11 de marzo, cuando Rajoy anunció, con cuatro años de retraso, que tomaba el poder. Rajoy debe ahora poner rumbo al centro-derecha. Conociéndole, nadie cree en un big bang. Pero es crucial un viraje claro que recorte las cuotas de poder del aznarismo . En caso contrario, nadie le respetará y acabará mal.

El primer test serán los nombramientos de la junta directiva. Primero, el sustituto de Zaplana, un buen profesional que conquistó Valencia a los socialistas, caído por sus excesos. El segundo, el discurso de contestación y el voto a la investidura de ZP. La abstención, que él anunció que pediría si el PP ganaba, marcaría un cambio. Pero el portavoz en el congreso es clave. El aznarismo puede presionar por Pizarro, que no brilló en la campaña y carece de experiencia parlamentaria, o por el propio Acebes. El valenciano Esteban González Pons sería la confirmación de la alianza Rajoy-barones moderados como nuevo poder del PP. Una variedad menos clara sería Michavila, otro valenciano que fue cercano a Aznar, o Juan Costa, castellonense y próximo a Rato. La tercera opción, Soraya Sáenz de Santamaría, sería la expresión del ejercicio solitario del poder por parte de Rajoy.

Pero la junta directiva nacional puede abordar también el nombre del organizador del Congreso. En el 2004 fue Michavila. Ahora quien encarnaría la voluntad de pasar página sin sangre sería Pío García-Escudero (posible nuevo secretario general), un arquitecto de buenas maneras, no alineado en ningún sector y director de campaña de Rajoy (y amigo de González Pons). Y Acebes sería la prueba de que Rajoy no se atreve a romper con el pasado.

Y habrá que ver (si se nombran el lunes) quiénes se encargan de las ponencias del congreso. Pero no crean que la inflexión de Rajoy pueda ser un giro peligroso, ya que Camps y Michavila son próximos a los legionarios de Cristo. De Rajoy solo se debe esperar que, sin estridencias, marque un rumbo distinto al aznarismo , autónomo respecto a los capitanes generales mediáticos. Aquellos que hacen que Cataluña y Euskadi voten en clave de "no pasarán".