El Gobierno ganó ayer una nueva batalla contra el PP en el terreno de la justicia. El Tribunal Constitucional rechazó el recurso popular contra la reforma de la ley que regula este organismo judicial, una decisión que desencadenó una guerra de recusaciones que provocaron la mayor crisis vivida en esta institución. Como viene siendo habitual, el bloque progresista votó ayer en bloque en favor de las tesis del Gobierno, mientras los conservadores anunciaron votos particulares que, junto con la sentencia, se sabrán en breve.

Era previsible que el Constitucional tumbara el recurso porque el Gobierno había salido vencedor del cruce de recusaciones. Así, el pleno que ha estudiado la apelación solo estaba compuesto por cinco progresistas y tres conservadores, dado que, a petición del Ejecutivo, dos magistrados sensibles a las tesis del PP habían sido apartados por haberse pronunciado en un escrito en contra de la reforma.

Dicha modificación estableció que el Senado eligirá a los jueces de entre los candidatos propuestos por las autonomías y prorrogó el mandato de la presidenta, María Emilia Casas, progresista y con voto de calidad, hasta su cese como magistrada. Era una norma de cortesía que los presidentes continuaran hasta la renovación de un tercio del órgano, para que los jueces entrantes pudieran elegir al nuevo presidente. Con la reforma, el Gobierno solo puso por escrito una tradición que le beneficiaba al estar las fuerzas igualadas.

Teniendo en cuenta los precedentes, es previsible que los reparos que los tres conservadores han opuesto a la reforma tengan más que ver con el nuevo sistema de nombramientos. En cualquier caso, la continuidad de Casas favorece el rechazo del resto de recursos que el PP ha interpuesto contra las principales leyes de Zapatero. Casas continuará como presidenta hasta que PSOE y PP se pongan de acuerdo en la renovación del tercio de jueces que debe nombrar el Senado. Ella y otros tres miembros conservadores están en funciones desde diciembre. De todas formas, la preponderancia socialista hace prever que los jueces entrantes sean más sensibles a las tesis progresistas.