El oficial de policía que desactivó la bomba de Vallecas la madrugada del 12 de marzo del 2004, abriendo con ello una vía decisiva en la investigación de los atentados del 11-M, afirmó ayer que el artefacto era "absolutamente diferente" de los que había visto hasta ese momento. Tenía un mecanismo "simple pero muy ingenioso" que no se correspondía con el que suele utilizar ETA, sino con el que "fabrican grupos terroristas de Oriente Medio".

Las declaraciones de este agente policial y otros compañeros que se jugaron la vida en las horas siguientes a la masacre convirtieron la decimosexta jornada del juicio del 11-M en una lección de entrega y heroísmo en medio del horror. Al mismo tiempo, dejaron en evidencia la farsa de los promotores de la teoría de la conspiración, que desde hace tres años vienen tejiendo toda suerte de historietas de confabulaciones en torno a las tres mochilas-bombas que no explotaron en los trenes.

SIMILITUDES De acuerdo con los testigos, los artefactos no solo eran similares entre sí, sino que contenían los mismos elementos que los explosivos hallados en la furgoneta Renault Kangoo el mismo día de los atentados y en el piso de Leganés donde se suicidaron días más tarde siete de los presuntos autores materiales de la matanza, integrantes de una organización islamista radical.

Además de esta constatación, la sesión de ayer permitió aclarar uno de los enigmas a los que se aferran los teóricos de la conspiración para sembrar dudas sobre el origen de las mochilas- bomba. Un policía municipal reveló que la mochila que apareció en el andén de la estación de El Pozo la extrajo él mismo del tren que explotó en esa parada. Explicó que colocó el paquete en el lugar que consideró de menos riesgo en caso de que estallara, mientras proseguía su labor de rescate de cuerpos. Artificieros del Tedax explosionaron el artefacto en el propio andén una hora después, tras intentar sin éxito su desactivación.

También se procedió a la explosión controlada de la bomba hallada en el primer vagón del tren que explotó en la estación de Atocha. El tercer artefacto que falló de los 13 que colocaron los terroristas fue el que apareció en la comisaría del Puente de Vallecas la madrugada del día 12 y que se pudo desactivar.

Esa tarea se realizó en el cercano Parque Azorín, adonde se trasladaron los operarios Uno, Dos y Tres de los Tedax encargados de la misión. Antes de entrar en acción, hicieron una radiografía de la bolsa que permitió advertir que los cables estaban desconectados. El operario Uno se acercó entonces al paquete y procedió a su desactivación. Encontró un teléfono móvil sobre una bolsa de basura, de la que salían unos cables azul y rojo. La bolsa contenía el explosivo.

"ALMENDRAS AMARGAS" Introdujo entonces el dedo en la "masa gelatinosa" y percibió un olor a "almendras amargas". Al tedax 64.501 le recordó de inmediato la dinamita, pero no logró determinar de qué tipo. Pero aseguró que ese tipo de artefactos no lo fabricaban los grupos terroristas "autóctonos".

El subinspector tedax 65.255, que también declaró ayer, actuó como operario Dos en la desactivación de la bomba de Vallecas. Previamente, a primera hora de la mañana del día 11, había coordinado la explosión controlada del artefacto hallado en la estación de El Pozo. Al abrir la mochila, vio un teléfono móvil boca abajo, una "maraña de cables" y una bolsa azul con cierre amarillo. Otro Tedax que intervino en la explosión controlada del artefacto hallado en el primer vagón del tren de Atocha dijo que, tras el estallido, lo primero que le vino a la mente fue que se trataba de goma-2 Eco. Pero le llamó la atención que el explosivo estuviera moldeado como una masa, y no dentro de cartuchos. Esta observación explicaría la presencia de dinitrotolueno (DNT) en los explosivos. El hallazgo de la furgoneta Renault Kangoo también suscitó el interés de los letrados, por tratarse de otra de las pistas claves para desmadejar la trama del 11-M.