En la prórroga y de penalti. Así parece que se decidirán las elecciones gallegas. Las últimas encuestas publicadas sobre los comicios coincidían en una cosa: el Gobierno de la Xunta se va a decidir por un margen muy escaso. Solo tres de los nueve sondeos daban al PP la posibilidad de obtener mayoría absoluta, pero en todas el PP se mostraba al alza.

Incluso no es descartable que el resultado definitivo de las elecciones no se conozca el 1 de marzo, sino tras el recuento del voto emigrante. El 12% del electorado está en el censo de residentes ausentes, así que tendrá un peso decisivo. De ahí que las dudas sobre la limpieza del proceso en la emigración haya sido un tema recurrente de la campaña.

El BNG, con escaso apoyo fuera de Galicia, y el PP, que durante los 16 años que estuvo en el poder en la comunidad no se mostró muy preocupado por esta cuestión, hicieron especial hincapié en la necesidad de controlar el voto exterior. La Junta Electoral Central entró en el debate, obligando a los residentes ausentes a identificarse al votar, medida insuficiente para BNG y PP, y excesiva para el PSG-PSOE que dirige Emilio Pérez Touriño. Y es que el voto emigrante suele favorecer al partido que manda en el Gobierno central.

CORREOS Y ATAQUES Así las cosas, los nervios comienzan a aflorar y una campaña turbia se ha vuelto aún más tensa. Han aparecido incluso ataques personales sobre la vida sentimental del candidato nacionalista Anxo Quintana, con la distribución a través de correos electrónicos de fotografías privadas que los nacionalistas achacan al PP.

También el PSG ha sufrido este tipo de campañas que procedían de direcciones electrónicas que usurpaban la identidad del partido, por lo que socialistas y nacionalistas se plantean incluso acudir a los tribunales. El PP niega cualquier relación al tiempo que recrudece sus ataques sobre el supuesto dispendio de Touriño y Quintana.

Al presidente le achacan gastos excesivos en su parque móvil y la decoración de sus estancias en la Xunta, y a su segundo, que se haya reunido en un yate de lujo con un importante empresario gallego. Ambos han rechazado estas acusaciones, recordando al PP las imputaciones por corrupción en el caso Correa.

Para reforzar sus posiciones, tanto PSOE como PP han llevado a sus primeros espadas al cierre de campaña. Rajoy ha arropado en Galicia a Feijóo mucho más tiempo del previsto y el PP alargó la presencia del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.

El PSOE también ha hecho sudar la camiseta a su secretario general, José Blanco, que casi no ha salido de Galicia en toda la campaña, y ha llamado a su líder, José Luis Rodríguez Zapatero, para el cierre en Santiago.