Son sus enemigos. Los medios de comunicación han estado siempre en el punto de mira de ETA y, en función de sus intereses coyunturales, la banda ha intensificado los ataques. Ya en el mismo inicio de la democracia, en vísperas de las primeras elecciones de junio de 1977, la banda asesinó al entonces propietario de El Correo , Javier de Ybarra y Bergé. Un año después mató a tiros al periodista vizcaíno José María Portell.

El director de El Correo , Juan Carlos Martínez, negó ayer que en las últimas fechas el diario hubiera recibido amenazas expresas de ETA. Lo que confirmó es que la prevención continuaba siendo idéntica a la que se ha mantenido durante los últimos años desde que la banda terrorista volvió a poner a los medios en la diana.

El asesinato del colaborador de El Mundo José Luis López de Lacalle, en mayo del 2000; la carta bomba que mutiló al director de Cambio 16 en Euskadi, Gorka Landaburu, en el 2001, o el asesinato ese mismo año del director financiero de El Diario Vasco , Santiago Oleaga, no dejaron duda alguna de que la organización tenía como objetivos a los medios y a sus trabajadores.

La conocida estrategia de socialización del sufrimiento puesta en marcha para que todos los sectores conocieran el precio de no secundar las tesis de la izquierda aberzale se hacía más presente que nunca.

LAS INSTRUCCIONES Documentos incautados en distintas operaciones policiales contra la banda daban luz verde a los ataques contra los medios, y los jóvenes de la kale borroka se dedicaban a seguir instrucciones lanzando artefactos contra oficinas de diarios y emisoras. La constante presión determinó a los responsables de Interior a mantener protegidos a un buen número de profesionales y directivos de medios. Hoy más de 50 periodistas llevan escolta y en todas las sedes se aplican estrictas medidas de seguridad.