Si la duda era entre sostenella y enmendalla, los primeros movimientos del presidente de la Generalitat in pectore, con el permiso de la CUP, Joaquim Torra, decantaron este viernes la balanza hacia lo primero. Hacia el mantenimiento del espíritu del 1-O y el 21-D. Lo que es lo mismo, hacia sostener el pulso con el Estado de los últimos 12 meses. Con matices, sí, pero las palabras de Torra en su primera entrevista tras ser elegido a dedo por el expresidente Carles Puigdemont son inequívocas.

El sostenella de Torra y, por tanto, del independentismo catalán, se cimenta en tres pilares. El impulso a un proceso constituyente, que bebe directamente del referéndum del 1-O; la recuperación de leyes aprobadas por el Parlament y suspendidas por el TC y, si se quiere en un nivel anecdótico, aunque levantará ampollas, la colocación de un gran lazo amarillo, en solidaridad con los presos del proceso secesionista en la sede oficial del Govern: El mismísimo Palacio de la Generalitat. El candidato tildó de «crisis humanitaria» la situación que se vive en Cataluña a propósito de la encarcelación de políticos.

También la evaluación del posible daño, y un plan para su remisión, que haya causado en la sociedad catalana la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que promete no dejar ien parado al Gobierno de Mariano Rajoy, promete ser fuente de tensión. «La ciudadanía tiene que saber lo que ha estado pasando estos meses», ha sentenciado.

En el capítulo de los matices, con vocación desescaladora hay que situar las disculpas que ha ofrecido en su intervención en TV-3 por los polémicos tuits de hace un lustro, de contenido inequívocamente ofensivo para amplísimas capas de la sociedad catalana. Y también su total disposición y voluntad de reunirse con el propio Rajoy y con Jean Claude Juncker. Y es que el luxemburgués ha señalado esta semana su deseo de que se reabriera el diálogo entre Cataluña y España. Torra ha apuntillado que «el problema siempre lo ha tenido el Estado español» y que esta apuesta «de mano tendida» la trinchera secesionistala tendrá «siempre».

En tanto, ERC permanece agazapada. Intramuros de su sede la satisfacción por ver como desaparecen las orejas del lobo en forma de elecciones prima sobre otros puntos de vista. La opinión que se guarda del propio Torra es muy positiva y subrayan que el president inpectore no es un hombre de Convergència, sino que proviene de Reagrupament. Curiosamente, una escisión de los propios republicanos. Reconocen, eso sí, que si la prioridad era aumentar la base del independentismo (de hecho, era su prioridad), no es el de Torra, a priori, el perfil que se precisa. A pesar de las loas a la capacidad de diálogo del expresidente de Òmnium, el contenido de los tuits de hace un lustro pesan bastante.

LAS LEYES SOCIALES SUSPENDIDAS / Ello no quita que los republicanos prosigan con su propia hoja de ruta, en el contexto de la del Govern. El nombramiento de consejeros que provienen de espacios políticos y sociales que sí simbolizan esa base ampliada es un ejemplo. Además, gustaron mucho las palabras de Torra sobre recuperar las leyes suspendidas por el TC. La mayoría de estas, como la de la universalización de la sanidad, son de marcado tono social. La llave para acceder a zonas del territorio, mayormente metropolitanas, donde el secesionismo dista de ser una opción numerosa.

Señaló Ciudadanos que, otra vez, Cataluña vuelve a estar en manos de la CUP. Y más o menos es eso. Justo en el día que la encuesta del CEO triplicaba los posibles diputados que obtendrían los anticapitalistas en caso de nuevas elecciones, el partido ha sumado un consejo político a una cónclave interno que tenían previsto celebrar para discutir los derroteros a largo plazo que debía tomar la fuerza. Este consejo político se añade al programa del domingo para debatir qué hacer, con sus cuatro votos, en la investidura de Torra. De momento, Arran, una de las voces que forman la fuerza, señaló que la investidura de Quim Torra es «una mala opción a nivel táctico y estratégico», ya que «no sirve para sumar ni romper identitarismos», además de que tampoco sirve para «mantener el embate», sino que es «obediencia al Estado».

Sin mojarse tanto, personajes con ascendente interno, ha defendido que haga ese debate, sobre qué votos emitir, y han afeado al resto de partidos que no hicieran lo mismo, consultar a las bases. En el aire queda la denuncia de que JxCat y ERC no transmiten el sentir rupturista de la ciudadanía secesionista.