"Prometí a los españoles que estaríamos en el núcleo de las decisiones de la UE, y ya estamos", proclamó el jueves Zapatero. El presidente evidenció ayer, con la cena ofrecida a los mandatarios de Francia y Alemania, que España ya no está en la foto de las Azores, sino en el "corazón" de la UE. La ratificación de la Constitución europea, la política exterior común y las finanzas de los 25 son los retos que afronta España en Europa.

El problema del más rico entre los pobres

El acercamiento de Zapatero al eje franco-alemán no es gratuito. El presidente español trata de atraerse la simpatía de los dos contribuyentes netos de la UE, para que comprendan y apoyen la aspiración española de aplazar su salida del grupo de países receptores de fondos de cohesión de la Unión. Es el problema de ser un país rico en comparación con los más pobres, los estados del Este que acaban de incorporarse a la UE. En enero del 2007 España dejará de percibir ayudas.

La ampliación provoca que haya que repartir los fondos entre más miembros. Pero Francia y Alemania aspiran a reducir el monto a repartir. Ambos países quieren que la UE les cueste menos, es decir, reducir el presupuesto del 1,27% del PIB de los 25 miembros a sólo el 1%.

A cambio de la comprensión franco-alemana a la aspiración española de prolongar la recepción de ayudas, el Gobierno de Zapatero ha demostrado la flexibilidad de España a la hora de interpretar el pacto de Estabilidad. Francia y Alemania atraviesan complicaciones económicas que hacen necesaria una flexibilización del pacto que les permita tener déficit, una necesidad para la que ya está proponiendo soluciones la Comisión Europea.

La ratificación de la Carta Magna

La ratificación en referendo de la Constitución europea será la guinda que complete el giro dado por el Gobierno a la posición española en la UE. En apenas cinco meses, España ha pasado de bloquear la Carta Magna a ceder en el sistema de votación para poder aprobarla, e incluso a aspirar a ser el primer Estado que la ratifique en referendo. El Gobierno quiere hacerlo el 27 de febrero y no encuentra mayor problema para lograr un amplio --tanto PP como PSOE pedirán el voto favorable-- que el que plantean los nacionalistas vascos y catalanes. El descontento de éstos con el tratamiento que la Constitución europea da a las lenguas cooficiales les lleva a pedir un no en el referendo. Zapatero se ha comprometido a que su Gobierno trabajará en Europa para que los ciudadanos de Cataluña, Euskadi y Galicia puedan dirigirse a la UE y recibir respuesta en sus lenguas.

Chirac se enfrenta en Francia a la falta de unidad de los grandes partidos a la hora de votar la Constitución. A ella se oponen la extrema derecha y parte del Partido Socialista, que ya ha anunciado que pedirá el no de los franceses. Schröder se libra del referendo, prohibido por la Constitución alemana.

El multilateralismo ante EEUU y Rusia

Es en política exterior donde más patente es el vuelco de pasar de la foto de las Azores a la cumbre de la Moncloa. El Gobierno de España cambia el unilateralismo que supuso el ataque a Irak sin el amparo de la ONU --decidido por George Bush y apoyado por Tony Blair y José María Aznar--, por el multilateralismo que propugnan Francia y Alemania. España se suma a la apuesta por reforzar la voz de la UE en la resolución de conflictos internacionales.

La grave situación en Irak y el enquistamiento del proceso de paz en Oriente Próximo centran las preocupaciones exteriores de la UE. Francia y Alemania coinciden con España en la necesidad de acelerar la devolución de la soberanía al pueblo iraquí. Pero no se arriesgan a ir tan lejos como hizo Zapatero la semana pasada en Túnez, cuando recomendó la retirada a los países con tropas en Irak.

En cuanto a la lucha contra el terrorismo internacional, Zapatero, Chirac y Schröder comparten la impresión de que un orden internacional más justo contribuirá a erradicar el extremismo. Y coinciden en alarmarse ante anuncios como el de Vladimir Putin, que piensa recurrir a ataques preventivos.