Mientras Silvia Albés, la esposa del marinero Pablo Costas --uno de los 36 tripulantes del Alakrana --, aseguraba ayer que su marido no volvería al océano Indico en la vida, Antonio Costas, hermano de Pablo y cuñado de Silvia, hacía las maletas para volar a las islas Seychelles a embarcarse en el atunero. "Me voy porque no hay más remedio", declaró. El contramaestre Antonio Costas es miembro de la tripulación que relevará a los marineros del Alakrana liberados el martes. Buena parte de sus compañeros partirán hoy hacia el Indico, pero él tiene permiso para viajar el lunes y poder así reencontrarse con su hermano. En la misma situación que Antonio Costas se halla Jesús Manuel Dacosta, que se enroló en el Alakrana en abril del 2008 y que la semana próxima volverá a embarcar después de haber podido abrazar a su hermano Secundino, que ha sido también rehén de los corsarios somalís. "Iré porque le di mi palabra a la empresa --señaló ayer--. Con los guardias de seguridad a bordo estaremos algo más tranquilos, pero seguiremos teniendo el miedo en el cuerpo". El miedo en el cuerpo forma parte del quehacer diario de los tripulantes de la treintena de atuneros con intereses españoles que faenan en el Indico (poco más de la mitad lo hacen bajo pabellón español) y cuyas capturas abastecen el 40% de la demanda de la industria conservera del país. Son buques de hasta 100 metros de eslora con bodegas capaces de almacenar entre 1.000 y 2.500 toneladas de atún. Cada cuatro meses se renuevan las tripulaciones y los marineros tienen dos meses de descanso.

SUELDO VARIABLE El sueldo varía según la pesca y el cargo (de unos 20.000 euros al año de un marinero, hasta 180.000 de un patrón). Según fuentes sindicales, el trabajo en un atunero que faena en el Indico es de los mejor remunerados en la pesca. Y de los más arriesgados.

"Aquí no hay ninguna zona segura. Estos los piratas andan por cualquier sitio". Lo dice Iñaki Zugadi, patrón del atunero Felipe Ruano . El pasado marzo, su barco sufrió un intento de abordaje de piratas somalís. Hoy el Felipe Ruano navega 50 millas al este de las aguas de Somalia con cuatro agentes armados. El mal tiempo frustró hace medio año un primer ataque al Alakrana . Lo recordaba ayer Paulino Veiga, cocinero del buque, que lleva cerca de 25 años trabajando en el Indico y que hoy partirá del aeropuerto vigués de Peinador rumbo a París para seguir su viaje hasta las Seychelles, donde embarcará en el atunero. En el Alakrana habrá seguridad privada. "Sin ella, ni yo ni mis compañeros iríamos", comentó Veiga, que, aun así, no esconde su temor --"esto no es ir a la guerra, pero se le parece mucho"-- ni el de su familia. "Ellos están fastidiados y pasándolo bastante mal. Si antes costaba marchar, ahora ya me dirás. Pero no nos queda más remedio", explica.

No todos los miembros de la tripulación de relevo del Alakrana se sienten más seguros en compañía de agentes armados. "Ahora voy con miedo, porque al saber los piratas que hay gente armada en los buques pueden ser más fieros", declaró el engrasador Manuel Nantes. Tendrá que acostumbrarse.