El Real Instituto Elcano considera que, en la situación actual y con la "correlación de fuerzas" entre independentistas y no secesionistas en Cataluña, "la integridad de España no corre peligro", pero avisa de que "la crisis constitucional territorial es profunda y será duradera". Además, admite que "a corto plazo no se espera una rápida despolarización" de la sociedad catalana.

Así lo señala este centro de estudios en la última versión de su análisis sobre el proceso independentista catalán, publicado por primera vez a finales de octubre y actualizado una vez celebradas las elecciones catalanas del 21 de diciembre.

En este documento, el instituto constata cómo a lo largo del otoño el proceso independentista "volvió a confirmar su fortaleza" pero también "la imposibilidad de culminar su estrategia unilateral" porque sus propios líderes han reconocido no tener ni la mayoría social ni la capacidad de controlar el territorio.

Por otro lado, concluye que la aplicación práctica del artículo 155 de la Constitución ha sido "menos turbulenta de lo previsto, en parte por su alcance muy limitado en el tiempo y en los objetivos", pero que "la polarización de la sociedad catalana se ha mantenido".

Y eso que, según este análisis, los partidos independentistas "parecen mostrar su disposición a aparcar la fallida vía unilateral" a pesar de que "la retórica sigue siendo radical".

"Ventana de oportunidad"

Eso sí, también sostiene que la constatación del problema abre "una ventana de oportunidad tras el anuncio por parte de PP y PSOE de la apertura de un proceso de reforma constitucional", porque considera que ello "podría ayudar a acomodar mejor a esa mitad de la población catalana desafecta del proyecto constitucional español".

Y avisa de que cualquier solución tampoco podrá olvidar al "importante sector de la propia población catalana (concentrada sobre todo en el área metropolitana de Barcelona)" que rechaza el proyecto nacionalista.

El análisis recalca que los resultados electorales del 21-D confirman un escenario "extremadamente plural y segmentado" con los partidos independentistas mostrando "fortaleza" suficiente para gobernar, pero también "limitaciones al quedar muy lejos de la mayoría cualificada que permitiría reformar el propio Estatuto de Autonomía o por debajo incluso del 50%".

Los resultados también demuestran que el nacionalismo catalán mantiene un nivel de apoyo similar a las medias del periodo 1980-2010, mientras que el catalanismo no nacionalista ha bajado del 36% al 21,5% y las fuerzas antinacionalistas (la suma de PP y Cs) avanzó del 11,1 al 29,5%.

El texto se hace eco de la "elevada fractura social" y el alto impacto económico, incluida la salida de más de 3.000 empresas, y el hecho de que "algunos analistas" hablan de un "efecto Montreal" en alusión a la pérdida de prosperidad que sufrió esta ciudad canadiense en beneficio de Toronto con el auge del independentismo quebequés en los noventa.

Nulo apoyo internacional

Además, recoge el hecho de que ningún Estado apoyó al Gobierno autonómico en su plan de intentar la independencia unilateral ni tampoco para buscar una mediación. Más bien, señala, hubo "unanimidad explícita en las capitales y las organizaciones", especialmente en la UE, para "apoyar la interpretación que España hizo de su constitución" y "nadie cree justificada una 'remedial secession'", es decir, una independencia por falta de respuesta del Estado.

Eso sí, también concede que aunque "los argumentos y factibilidad de la secesión de Catalunya sean muy débiles", el independentismo obtuvo simpatías internacionales en parte por lo sucedido el 1 de octubre, día del referéndum declarado ilegal, porque "se produjeron episodios violentos por la actuación de la Policía Nacional y Guardia Civil".

Por último, el informe señala que los independentistas catalanes se han alejado del referente escocés y que llegaron a acudir "a otros modelos nada comparables como Kosovo y Ucrania". De hecho, señala que el independentismo "pretendió legitimar la posibilidad de fuertes movilizaciones en las calles sobre la etiqueta del 'Maidan' pese a lo inquietante de la comparación (violencia) y las obvias diferencias existentes".