El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, trasladó ayer a los suyos en Durango (Vizcaya) lo mismo que le dijo la pasada semana al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero: cree que ha llegado el momento de permitir la participación política de la izquierda aberzale, se entiende que en las elecciones municipales de mayo. "Es tiempo de destensar", argumentó, subrayando que si, como todos los observadores sostienen, existe una "base para la esperanza" de que el final de ETA esté cerca, no se puede actuar igual que si nada hubiera cambiado, por lo que se tiene que "aprovechar la ausencia de violencia".

El de ayer fue el primer gran acto electoral de los peneuvistas desde que ETA anunció su alto el fuego permanente, general y verificable, y desde que su líder mantuviera un encuentro privado de tres horas con Zapatero. Por eso, Urkullu trató de ser concreto y, al grito de "¡ETA no, política sí!", aseguró que la banda "sigue sin haber hecho lo que tiene que hacer", pero añadió que ya no es tiempo de ilegalizar sino de "trabajar y acordar la normalidad".

¿Qué supone para él la normalidad? Pues que todas las opciones "comprometidas solo con la política" pueden concurrir ante los ciudadanos "sin chantajes, ni violencias, ni restricciones". Lo que Urkullu preconizó como normalidad es que "sea el pueblo el que decida. El que ponga a cada uno en su sitio".

Lo que también tiene muy claro el PNV es que no participará en ninguna alianza electoral con Batasuna, ni pondrá en peligro su estrategia de entendimiento en Madrid por salvar la cara a los radicales. Y menos aún hasta no conocer la literalidad de los nuevos estatutos que se presentarán este mes y con los que los radicales quieren conseguir una marca legal para actuar en política.

EL PLAN B Aunque la izquierda aberzale no consiguiera finalmente su legalización, ya dispone de un paraguas para cobijarse. Es lo que se ha denominado "plan B", y que ayer mismo se formalizó en Vitoria en forma de alianza electoral con Eusko Alkartasuna y Alternatiba, la escisión de IU que lidera el exparlamentario Oscar Matute.

Las tres fuerzas, que ya estuvieron presentes en el acuerdo de Gernika que en septiembre emplazó a ETA a declarar la tregua unilateral, permanente y verificable, firmaron un compromiso para luchar juntas por la soberanía y hacerlo desde el "rechazo" a la violencia y por medios exclusivamente políticos.

El documento se presentó en un acto en el Palacio Europa en el que participaron los máximos dirigentes de las tres formaciones. Ninguno de ellos aludió a la ausencia de Aralar, el partido de Patxi Zabaleta, que participó en el acuerdo de Gernika, pero que ahora se aleja de cualquier entente con sus excompañeros.

El acuerdo se refiere a la actual coyuntura política, pero no hace mención alguna a ETA, y fija los principios de actuación de la alianza, aunque cada fuerza mantendrá su autonomía.