La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, dio ayer por zanjado el "malentendido" con Italia. Lo afirmó 24 horas después de haber irritado al Gobierno de Silvio Berlusconi al condenar su política de expulsión de extranjeros que, dijo, "no respeta los derechos de los inmigrantes".

De la Vega subrayó que "una cosa son las acciones de Gobierno" y otra los "incidentes concretos" que conlleven episodios "de violencia, xenofobia y racismo", como los ocurridos en la ciudad italiana de Nápoles, donde entre el martes y el miércoles fueron destruidos una decena de campamentos de gitanos a manos de una muchedumbre alentada por elementos que la policía cree mafiosos.

TONO REBAJADO Las palabras de De la Vega llegan después de que el propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el ministro del Interior, Miguel Angel Moratinos, rebajaran el tono de su compañera de Ejecutivo. Pese a que los dos gobiernos dan por concluido el incidente, el eco de las declaraciones de la vicepresidenta se mantiene vivo en Italia, donde el ultraderechista Umberto Bossi aludió a la muerte de inmigrantes en la frontera entre Marruecos y España. Roberto Maroni, ministro del Interior, calificó de "incautas" las declaraciones de De la Vega, pero sí dio el incidente ideológico por "cerrado".