El 31 de marzo del 2007, Jaume Matas era un hombre feliz. Bien pudiera decirse que aquella tarde el Palma Arena vivió su gran día de gloria, el único al menos en ciclismo, porque desde entonces el velódromo mallorquín se ha convertido en el recinto de los líos. Nadie sabe por qué la Unión Ciclista Internacional (UCI) deshomologó la pista en junio del año pasado. Más de 100 millones de euros a la basura, más de 100 millones que debían haberse utilizado para que el Palma Arena fuera el Camp Nou del ciclismo en pista. Y bicis se han visto las justas.

Matas corría el 31 de marzo del 2007 buscando el box de la selección española. Solo quería abrazar a Joan Llaneras, que poco antes se acababa de proclamar campeón del mundo de puntuación. El entonces presidente balear hasta buscó a los hijos del ciclista para cogerlos en brazos, como si fuera uno más de la familia. A su lado estaba José Luis Pepote Ballester, responsable de Deportes de su Gobierno e implicado también en el caso Palma Arena.

Nunca más regresaron al escenario palmesano los mejores corredores. Desde entonces, solo se han celebrado campeonatos de España y pruebas de la Liga estatal de pista. El velódromo ni siquiera ha acogido una prueba de la Copa del Mundo, aunque estuvo a punto el año pasado. La UCI, que jamás se ha identificado por un estilo de aguas claras bajo el mandado de Pat McQuaid, enemistado con las autoridades españolas, necesitaba encontrar una sede desesperadamente. Y contactó con Mallorca. Prometieron a cambio que la pista sería homologada. La propuesta no se aceptó.

Pelea entre arquitectos

Nunca ha quedado del todo claro por qué la UCI retiró la licencia al Palma Arena para celebrar pruebas internacionales tras haber organizado el Mundial de la especialidad. La federación internacional afirma que el parquet flotante no reúne las condiciones adecuadas. Detrás de la negativa aparece una pelea entre arquitectos. El alemán Ralph Schürmann fue el encargado del diseño, aunque posteriormente perdió la confianza de la UCI, que la traspasó al holandés Sander Douma, quien coordinó el montaje de la pista.

En febrero del 2009, el Ejecutivo de Francesc Antich nombró a Joan Llaneras, ya retirado, director deportivo del Palma Arena. El excorredor, a su vez, recibió el encargo del Consejo Superior de Deportes (CSD) para que convirtiera el recinto en un Centro de Alto Rendimiento (CAR) para ciclistas de pistas.

Llaneras pronto se desesperó, aunque en silencio y sin armar ruido, según su carácter. La pista comenzó a presentar diversas irregularidades, así como manchas, producto de goteras. Por si fuera poco, se evidenció que la madera había sido puesta al revés. "Cuando caía un ciclista y se deslizaba por la pista, terminaba como un erizo de la cantidad de astillas que se clavaba en brazos y piernas", afirma una fuente conocedora de las deficiencias del recinto. Llaneras hizo lijar la madera, un nuevo recargo presupuestario para la multimillonaria obra. Ahora, en caso de caída, el ciclista está algo más protegido.

Días de gloria

Sin embargo, sigue sin saberse cuándo será legalizado el velódromo. El Palma Arena ha vivido, al margen de la exhibición de Llaneras, otros dos días de gloria. El 2 de mayo del 2007 se celebró un partido de exhibición entre los tenistas Rafa Nadal y Roger Federer, en una curiosa pista, la mitad de tierra batida y la otra de hierba. Y al margen de algunos partidos del Eurobásquet del 2007, el verano pasado, concretamente la noche del 11 de agosto, acogió un concierto de Leonard Cohen que reunió a unas 3.000 personas.

La platea, en la que se pudo ver a algunos miembros de la familia real, no notó las deficiencias sonoras, que sí se hicieron sentir en localidades más alejadas del escenario. Las vigas de hierro del techo de la infraestructura --inicialmente debían ser de madera-- hicieron que retumbara la música.

El Palma Arena, un velódromo por el que no pueden circular las bicicletas, se ha convertido, por el contrario, en el pabellón que ha salvado el voleibol de primera línea en Mallorca, ya que es el único palacio de deportes que reúne las mínimas exigencias que pide la federación europea para que el conjunto del Palma Volley dispute los partidos de la Champions.

Pero, por desgracia, el voley no es un deporte de masas, a diferencia del fútbol, y la única posibilidad de conseguir una buena asistencia es regalando entradas, a través de una campaña de difusión en internet. Apenas beneficios para una obra millonaria que ha llevado al expresidente Matas a los juzgados.