Rafael Vera, subsecretario y secretario de Estado para la Seguridad con Felipe González entre 1986 y 1994, rememora hoy, en una entrevista en la edición española de la revista Vanity Fair , cómo heredó de anteriores gobiernos de España la guerra sucia contra el terrorismo, cómo no tuvo reparos en echar mano de ella y cómo al final, en 1987, puso fin a esa secreta fórmula de lucha antiterrorista que terminó por llevarle a la cárcel. En la entrevista aborda la que durante años fue la pieza central del puzle: ¿conocía Felipe González las alcantarillas del Estado? La respuesta de Vera es alambicada. En esencia, afirma que si se hubiera responsabilizado del caso habría acabado en prisión, algo inaudito en otras democracias tampoco exentas de guerra sucia, como es el Reino Unido, donde sería imposible que Margaret Thatcher fuera encarcelada.

La frase entera es: "Nosotros sabíamos que estábamos trabajando en la limpieza de las alcantarillas del Estado, que nuestro ministerio no era el de Cultura ni el de Educación, sino uno muy delicado, y que nuestra misión era consolidar el sistema democrático a costa de muchas cosas". Y sigue: "Si Felipe González hubiese salido en su día diciendo ´yo me responsabilizo de lo que pasó porque soy el presidente del Gobierno´, igual hubiese terminado en la cárcel. Este país no era el Reino Unido, donde el Parlamento cerraba filas alrededor de Margaret Thatcher".

LA DERECHA LO SABIA En cierto modo, Vera repasa cómo Gobierno y oposición se enfrentaron por los GAL (el nombre con el que fueron bautizados los grupos antiterroristas financiados con fondos públicos), a pesar de que, cuando se crearon, había una especie de consenso tácito en que era lo mejor para España. "La guerra sucia era algo que a muchos sectores de la opinión pública, a la derecha, por ejemplo, les parecía bien. Miraban para otro lado. No me cuente lo que hace. Hágalo y ya está. Esa era la actitud", afirma.

No aclara mucho más Vera sobre el papel de González en aquellos años. A lo sumo, esboza un curioso retrato de él. "Ha sido el mejor presidente de la democracia, un líder de talla internacional". Añade, no obstante, un matiz. "También creo que ser un buen político es incompatible con ser una buena persona".

Con todo, Vera subraya que él no fue el padre de la guerra sucia. Fue quien la enterró. "Al llegar nos encontramos con una estructura que ya existía". "Yo acabé con ella en 1987". "Si los que estaban antes que yo eran inocentes, yo también".