Si Miguel Hernández levantara la cabeza y se hubiera paseado ayer por la Castellana, no habría entendido nada. Sus versos, los de "Para la libertad" sonaban, en boca de Joan Manuel Serrat, por los altavoces. Entre una marea de banderas españolas y pancartas contrarias a la política de un presidente socialista, hubiera oído cómo su poema abría la marcha antes de que la cerrara el himno nacional. En el medio, vivas "a España y a la Guardia Civil".

Es lo que tienen las mezclas. Mikel Buesa, del Foro Ermua, había dicho poco antes que no iba a ser una manifestación política porque no era de izquierdas ni de derechas. Claro que también prometió esfuerzos contra cualquier proclama agresiva u ofensiva. Pero cuando desde los megáfonos de la organización se grita "Zapatero, embustero", los miles de participantes no tienen por qué esconder un cartel que reza "Zetapé, si aún con la T-4 sigues negociando, es que te tienen cogido por los vagones".

Pocas cosas y claras

Mariano Rajoy manifestó que él y los miembros de su partido acudían a esa marcha porque en ella se iban a decir "pocas cosas, pero muy claras". Pocas no fueron pero no se puede decir que pecaran de falta de claridad. Hubo banderas carlistas contra "la venta de Navarra" y adictos a la radio matutina agradecidos "porque se nos oye gracias a la cadena COPE" y pidiendo a voces "Federico, no cierres el pico".

Desde que el Partido Popular decidió que abanderaría la lucha por la libertad, es su palabra preferida. Ayer, los participantes en la marcha aseguraban no querer la paz "porque no tenemos guerra". Claro que ahora la derecha cita a Mario Benedetti, a Pablo Neruda. Y a Miguel Hernández. La canción que puso música en el 78 al referendo constitucional fue aquella de "libertad, libertad, sin ira, libertad". Sin ira.