ETA ha asesinado a 21 dirigentes políticos desde que en enero de 1995 perdió la vida Gregorio Ordóñez, presidente del PP de Guipúzcoa. A partir de ese momento, la banda terrorista se ha ensañado con los cargos políticos, especialmente contra PP y PSE, como estrategia de presión al Estado. Sin embargo, con anterioridad a esa fecha también hubo 19 atentados contra políticos, varios de ellos durante la dictadura franquista.

Mayoría en Euskadi

De entre los 40 cargos políticos que perdieron su vida a manos de ETA, la mayoría realizaba su trabajo en Euskadi. El 21 de septiembre de 2000 dos etarras acabaron con la vida de José Luis Ruiz Casado, concejal del PP en el ayuntamiento de la localidad barcelonesa de Sant Adriá del Besós. Tras recibir un disparo en la nuca, fue rematado en el suelo. El 21 de noviembre de 2000 el exministro socialista Ernest Lluch fue asesinado de dos tiros en la nuca por pistoleros de ETA en el garaje de su domicilio en Barcelona. Y el 14 de diciembre el concejal del PP en el ayuntamiento barcelonés de Viladecavalls Francisco Cano Consuegra murió por la explosión de una bomba colocada en uno de los asientos de su coche.

El último político víctima del terrorismo fue el concejal del PSE-EE en la localidad guipuzcoana de Orio Juan Priede Pérez, asesinado el 21 de marzo de 2002 de un disparo en la cabeza. Desde que ETA rompió su tregua en diciembre de 1999 ha acabado con la vida de doce políticos, siete miembros del PP (uno de ellos era de UPN) y cinco pertenecientes al PSOE.

La macabra lista de cargos políticos asesinados por ETA comienza con el asesinato, el 20 diciembre de 1973, del presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco. Tras él, llegaron numerosos asesinatos a personalidades de la dictadura, en los años más virulentos de ETA, hasta que el 23 de febrero de 1984, los comandos autónomos anticapitalistas asesinaron a Enrique Casas, senador socialista, en San Sebastián.

Los cargos políticos se convirtieron en un objetivo prioritario de ETA tras el asesinato de Ordóñez, y en los meses siguientes mataron a Fernando Múgica Herzog, dirigente histórico del PSOE vasco y al expresidente del Tribunal Constitucional y catedrático de Derecho Francisco Tomás y Valiente, entre otros. Sin embargo, en estos años de trágico acoso, una muerte en concreto convulsionó a la sociedad de una forma desconocida hasta el momento. El 12 de julio de 1997, ETA asesinó de dos tiros en la cabeza al concejal del PP en Ermua (Vizcaya) Miguel Angel Blanco Garrido, secuestrado 48 horas antes bajo amenaza de muerte si en ese plazo el Gobierno no anunciaba el acercamiento de presos a cárceles del País Vasco.

ETA siguió arremetiendo contra la clase política pese a las medidas de protección que se adoptaban. En estos años, la muerte del parlamentario socialista Fernando Buesa y su escolta, mediante coche bomba, y el asesinato del socialista Juan María Jáuregui Apalategui, exgobernador civil de Guipúzcoa, tuvieron especial repercusión.

La banda terrorista ha intentado en muchas otras ocasiones atentar contra otros cargos políticos. Destaca el atentado contra el expresidente José María Aznar, quien salió ileso el 19 de abril de 1995 de un ataque con coche bomba en Madrid. También fueron significativos los atentados fallidos contra el socialista José Ramón Recalde, exconsejero del Gobierno vasco, que recibió un tiro en la mandíbula y contra el dirigente de las juventudes socialistas vascas, Eduardo Madina, que perdió una pierna.