Miguel Angel Moratinos descolgó el teléfono el jueves por la noche y llamó a su homóloga ruandesa, Louise Mushikiwabo. Tenía que verla urgentemente. El ministro de Exteriores se reunió con ella y le explicó que el encuentro del día siguiente no iba a ser como estaba previsto. En un principio, José Luis Rodríguez Zapatero se debía reunir en la Moncloa con el presidente de Ruanda, Paul Kagame, y con el resto de los miembros de un grupo de la ONU contra la pobreza, pero eso no podía ser. Ni la cita se celebraría en la Moncloa ni participaría Zapatero. Se haría en el Hotel Ritz y él representaría al Gobierno español.

Era una locura logística y de seguridad, pero la presión de oenegés, varios diputados y algunos medios de comunicación desaconsejaban que Zapatero se entrevistara con Kagame, presunto genocida según la Audiencia Nacional.

"Me dijo que el presidente Zapatero no iba a participar en el encuentro. Comentó que había habido algunos comentarios de diputados españoles y que no podía ser", explicó ayer Mushikiwabo en la cafetería del Hotel Ritz. La ministra de Exteriores de Ruanda quitó importancia al plantón protagonizado por el presidente --"Que no esté aquí Zapatero es desafortunado, pero no va a impedir que Kagame continúe trabajando con el grupo de la ONU"--, aunque lo hizo con cierta retranca: "Sabemos que no son tiempos fáciles para la economía y el liderazgo de vuestro país".

El responsable

Moratinos vivió otro de esos momentos incómodos que van en el cargo y representó a Zapatero. Los asesores del presidente modificaron la agenda de tal manera que en ningún caso coincidiera con Kagame. Por la mañana, recibió en la Moncloa al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el responsable de este desaguisado diplomático. Ban fue el que le dijo, en abril, que le gustaría que copresidiera el grupo de los Impulsores de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM). En aquel momento, no sabía quién sería el otro líder del grupo. Semanas después llegó la noticia. Ban había elegido a Kagame, con procesos abiertos en varios países por su supuesta responsabilidad en la muerte de cuatro millones de ruandeses, incluidos nueve misioneros y cooperantes españoles. ¿Por qué Kagame? "Ruanda es uno de los pocos países en Africa que ha hecho progresos importantes en la reducción de la mortalidad maternal e infantil", contestó ayer.

Sin objeciones

Ban salió de la Moncloa y se desplazó al Ritz, donde se encontró con Kagame, Moratinos y miembros del grupo de los impulsores de los ODM, entre ellos la expresidenta de Chile Michelle Bachelet y el economista Jeffrey Sachs, además de Antonio Banderas, embajador de buena voluntad de la ONU. Moratinos evitó confraternizar con Kagame: los saludos de cortesía y una conversación de un minuto al acabar los parlamentos. Eso fue todo.

El lío diplomático no había acabado. Ban quiso que Zapatero recibiera en la Moncloa al menos al resto del grupo, pero los asesores del jefe del Ejecutivo temían que el gesto supusiera el colmo de la humillación para el líder ruandés. Consultaron con los diplomáticos africanos y no encontraron objeciones. "Kagame no ha venido a verse con Zapatero .... Es despreciable que la gente pueda pensar en algunas partes del mundo que él no es quien es", dijo Mushikiwabo. Kagame, uno de los visitantes más incómodos de los últimos años, volverá esta noche a Ruanda.