El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, subió ayer un nuevo peldaño en su uso político, cada vez más sonoro, de los casos de corrupción que sobrevuelan al PP. En un mitin de la campaña electoral gallega, Zapatero advirtió a los populares de forma solemne que "la democracia y el Gobierno no van a consentir que se intimide ni a jueces, ni a fiscales ni a policías" que participan en la "lucha contra los delitos de corrupción". Dicho de otra manera, el presidente planta cara a la teoría de la conspiración político-judicial desplegada por los populares para salir al paso de los casos que les vienen afectando.

Pero más allá de la solemnidad de la frase, pronunciada con la correspondiente pausa previa intencionada, que levantó al público de sus asientos, Zapatero no concretó en qué se va a traducir esa actitud de firmeza en defensa del poder judicial y las fuerzas de seguridad.

De este modo, el presidente ha pasado en pocos días de mostrarse comprensivo con los escándalos que afectan a su principal rival político y pedir al PSOE que no haga un uso excesivo de la corrupción, a utilizar los escándalos como su principal argumento en la dialéctica electoral con el PP. Ayer, su intervención estuvo trufada de más de una referencia a los casos que han afectado a los populares gallegos.

Zapatero defendió a jueces, fiscales y policías... pero no a su ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, sin duda el más atacado por el PP en la que ha sido la semana horribilis de Bermejo por su cacería sin licencia junto al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.