Ante una crisis económica que, según todos los indicios, se agravará en los próximos meses, el Gobierno admite que carece de una estrategia que le garantice a corto o a medio plazo la estabilidad parlamentaria indispensable para afrontarla. Al cumplirse, mañana, el primer aniversario de su triunfo electoral del 9 de marzo del 2008, José Luis Rodríguez Zapatero encara sin red el resto de esta legislatura: los resultados de las elecciones del pasado domingo le privan del apoyo del PNV y del BNG, los socios que salvaron sus últimos presupuestos, y no ha ideado un plan B para poder salir del atolladero.

Tocado por el descalabro electoral en Galicia, Zapatero es ahora víctima del endiablado tablero político vasco. El presidente se ha resignado a asumir las consecuencias de que el líder del PSE, Patxi López, sea elegido lendakari con los votos del PP, dejando al PNV en la oposición. Ese tren, se asegura desde la Moncloa, "no se puede dejar escapar". Aun a riesgo de que haga descarrilar el proyecto de Zapatero.

Aunque el Ejecutivo haya empezado a explorar la colaboración con el PP y CiU para hacer frente a la recesión, es consciente de que la probabilidad de lograr apoyos estables es remota. Por eso cifra su fortuna en que la "responsabilidad" ante la crisis de todas las fuerzas políticas le permita superar la adversidad.

EL FANTASMA DE LA HUELGA El Gobierno se refugia en su apuesta por el diálogo con patronal y sindicatos para preservar la paz social. El fantasma de una huelga general atemoriza casi tanto a la Moncloa como la orfandad de aliados parlamentarios. Pero los acuerdos sociales no llegan y la sangría del paro no cesa, así que el pasado viernes el Consejo de Ministros impulsó un paquete de medidas laborales y sociales sin el apoyo --ni el rechazo explícito-- de los agentes sociales. PP y CiU han sido consultados, por lo que fuentes de la Moncloa confían en que estas fuerzas no bloqueen el decreto ley cuando el Congreso lo vote. Incluso esperan que el PNV "no se autoexcluya", pese a su irritación por la previsible pérdida del poder.

Pero los magros planes del Ejecutivo solo alcanzan hasta junio. Concretamente hasta el día 7, cuando se celebrarán unas elecciones europeas poco halagüeñas para el PSOE. El horizonte de la negociación de los presupuestos del 2010, sentencian altos cargos gubernamentales, "queda muy lejos". La idea de Zapatero es tratar de enderezar el rumbo a partir de junio, con un más que probable cambio de Gobierno que afectará al área económica que encabeza el vicepresidente Pedro Solbes.

CONSENSO SOBRE EL PARO El Ejecutivo no ha decidido siquiera si convocará el debate sobre el estado de la nación antes, en mayo, o tras las europeas. Ese será el marco para buscar el consenso en torno a las reformas estructurales encaminadas a combatir el desempleo. Se trataría de plasmar esas áreas de "cooperación nacional", que Zapatero enunció pero no concretó, en el debate sobre el paro celebrado el 10 de febrero en el Congreso.

Pero lo que queda ahora "lejos", los presupuestos, estará tras las europeas a la vuelta de la esquina. El Gobierno deberá recabar apoyos para afrontar las cuentas del 2010, que pueden ser claves para el mandato de Zapatero. Con la vista puesta en el primer semestre del 2010, cuando España ocupará la presidencia de turno de la UE, fuentes del Gobierno admiten que siempre cabe prorrogar los actuales presupuestos y esperar que un adelanto electoral en Cataluña devuelva el poder a CiU, facilitando así el entendimiento en Madrid. En todo caso, estas fuentes asumen que, de prorrogarse los presupuestos, lo más probable sería el adelanto de las generales a otoño del 2010, ya concluida la presidencia española de la UE.