El Gobierno y el país necesitan al PP para afrontar el fin de ETA. Así lo ha reconocido José Luis Rodríguez Zapatero, que se declara dispuesto a "hacer el máximo esfuerzo" para incorporar al PP al futuro proceso de paz. Con ese objetivo, según fuentes gubernamentales, el presidente ha decidido agudizar al máximo el aislamiento político de Mariano Rajoy, para forzarle así a sumarse al consenso cuando ETA anuncie que abandona las armas.

Ante la convicción de que la banda no tardará en comunicar --de forma pública o privada-- su renuncia a la violencia, Gobierno y PSOE redoblan la presión sobre el presidente del PP para que no entorpezca el camino hacia la paz. Presión dialéctica, con reproches al PP por su "deslealtad" y sus contradicciones, pero también gestual. Y en ésta, Zapatero juega un papel clave.

MULTIPLES CONTACTOS Sin abrir una ronda de entrevistas que le obligaría a recibir a Rajoy, Zapatero ha contactado ya con varios líderes políticos para confiarles los datos que le permiten vislumbrar el fin de ETA. Lo hizo públicamente el lunes con Gaspar Llamazares (IU); más discretamente, la pasada semana, con Josep Antoni Duran (CiU); y en secreto, con Josu Jon Imaz (PNV). También con los líderes de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Puigcercós, ha intercambiado puntos de vista sobre el tema.

Todos ellos le han garantizado su apoyo, y el presidente se ha comprometido a mantenerles informados a través del portavoz del PSOE en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba. El Gobierno se asegura así de que la soledad política del PP se irá agravando en la misma medida en que las esperanzas de paz vayan floreciendo en la sociedad. Sólo cuando el PP rebaje su hostilidad con el Ejecutivo y le reconozca el derecho a explorar el camino hacia el fin de ETA, Zapatero citará a Rajoy en la Moncloa para hacerle partícipe de su estrategia.

La pasada semana, al PSOE no le pasó inadvertido el sutil viraje del PP, que ante el temor a un inminente anuncio de ETA fijó sus condiciones para apoyar el diálogo con la banda, hipótesis que hasta entonces rechazaba. Pero la nota etarra del sábado, que no aludía a la tregua, llevó a Rajoy a recrudecer sus reproches.

"PALOS EN LAS RUEDAS" Para redoblar la presión, ayer el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, calificó a Rajoy de "líder extremista" por negar a Zapatero el apoyo que el PSOE sí dio a José María Aznar para hablar con ETA. Y Rubalcaba recriminó al PP que ponga "palos en las ruedas" del Gobierno al culparle de pagar por anticipado un "precio político" a la banda. "Es complicado reunirse con quien dice barbaridades", comentó sobre una posible cita de Zapatero con Rajoy.

El líder del PP, entretanto, acusó a Zapatero de "expulsarle" de la política antiterrorista. Para Rajoy, "no es justo" que, en vez de "compartir información, objetivos y estrategia" con el primer partido de la oposición, el presidente lo haga con Llamazares, cuya "experiencia" antiterrorista cuestionó con sorna.

LAS EXCARCELACIONES La soledad del PP volvió a ponerse de manifiesto anoche en el Congreso. Ningún grupo apoyó una moción de los conservadores que, al hilo del debate sobre las excarcelaciones, exigía el cumplimiento íntegro de penas por parte de los etarras, rechazaba que las víctimas sean moneda de cambio con ETA y vetaba una negociación de "paz por presos". El PSOE calificó la iniciativa de "impresentable" y como la "culminación de un despropósito y una grave deslealtad". Los grupos acusaron al PP de falta de moderación y de usar como arma arrojadiza una cuestión tan seria como el terrorismo.