José Luis Rodríguez Zapatero hizo ayer un nuevo alarde de músculo político para acallar a quienes, con el PP a la cabeza, consideran agotada la legislatura. Aprovechando la clausura del 23º Congreso de las Juventudes Socialistas, el presidente anunció que, antes de las elecciones generales de marzo, el Gobierno impulsará "un gran salto" en materia de vivienda para facilitar la emancipación de los jóvenes.

No ofreció Zapatero más detalles sobre una iniciativa que arrancó una salva de aplausos al público que abarrotaba el salón de actos de la central sindical UGT. El presidente inscribió el compromiso dentro de una política que, dijo, ya ha conseguido dos objetivos: frenar la escalada de los precios de los pisos y convertir el 2007 en el año en que más viviendas protegidas se han financiado. Fuentes de la Moncloa precisaron con posterioridad que las nuevas medidas se centrarán en facilitar el alquiler y se concretarán en otoño bajo la batuta de la nueva ministra de Vivienda, Carme Chacón.

"CUMPLIR LA LEY" El jefe del Ejecutivo hizo también una exhibición de firmeza ante la Iglesia y el PP respecto a la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía, que deberá impartirse en todas las comunidades autónomas, como muy tarde, desde septiembre del 2008. Zapatero advirtió a ambos, sin citarlos, de que el Gobierno hará "cumplir la ley" para que la asignatura se aplique en "todo el sistema educativo", porque "ninguna fe o creencia puede imponerse a las leyes".

Poniendo el dedo en la llaga de la financiación de la Iglesia, Zapatero dijo que el Gobierno ha mantenido su "seña de identidad" respecto a la "generosidad y sensibilidad con los recursos económicos de cualquier confesión", pero recordó que las leyes y los valores democráticos son los que emanan de la soberanía popular. Esos valores de pluralidad, tolerancia y libertad, dijo los garantizan un "Estado aconfesional y una sociedad laica".

SALARIO "INDIGNO" Zapatero supo endulzar el oído a una juventud tolerante y desenfadada que, aunque canta la Internacional con el puño en alto, ya no habla de promover revoluciones proletarias en el mundo, sino de mejorar sus condiciones particulares de vida y ejercer la solidaridad internacional vía oenegés.

A esos nuevos rojos , como rezaba la campaña publicitaria del cónclave, el presidente les expresó su voluntad de mejorar el salario mínimo interprofesional por encima de los 600 euros a los que llegará en la presente legislatura, suma que consideró "indigna de la octava potencia mundial". También se comprometió a adoptar iniciativas para una mayor estabilidad laboral.

Incluso les habló de familia. "España necesita niños", dijo, y añadió con una sonrisa traviesa: "No les estoy invitando a nada". Consciente de que estos temas eran en el pasado bandera de las ideologías conservadoras y tradicionalistas, Zapatero ironizó que, "aunque desconcierte a muchos", el Gobierno socialista "es el que más ha hecho por la familia en España".

El presidente se refirió, además, a dos objetivos de la política internacional que, dijo, son exigencias de los jóvenes. El primero es liderar los esfuerzos de paz en el mundo, y en ese sentido dijo que en enero se celebrará en España el primer foro de la Alianza de Civilizaciones.

La segunda meta es alcanzar, en la próxima legislatura, el 0,7% del PIB en la ayuda oficial al desarrollo, lo que situaría a España en el club de países que llegan o superan esa cifra. A la clausura del congreso acudieron, entre otros, el secretario general de la UGT, Cándido Méndez, y el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda.