Se cumplieron los pronósticos. José Luis Rodríguez Zapatero no consiguió ayer en el Congreso de los Diputados la mayoría absoluta para su investidura como presidente del Gobierno. El candidato se someterá mañana a una segunda votación en la que solo necesita mayoría simple y que, salvo sorpresas, ganará con el apoyo exclusivo de los diputados del PSOE. El líder socialista iniciará así en solitario la próxima legislatura, aunque durante el debate de investidura recibió ofertas de colaboración de distintos grupos, entre ellos CiU y el PNV. El alcance de los posibles acuerdos dependerá en buena medida de la evolución de los escenarios políticos en Cataluña y Euskadi.

Tras un día y medio de debate, durante el cual Zapatero respondió por separado a los portavoces de los distintos grupos, el presidente en funciones y candidato a un segundo mandato en la Moncloa obtuvo 168 apoyos --hubo una ausencia socialista--, con lo que se quedó a ocho de la mayoría absoluta. En contra de la investidura se pronunciaron los 154 diputados del PP, los tres de ERC y la única representante de UPyD, Rosa Díez. Todas los demás partidos, con los nacionalistas catalanes y vascos a la cabeza, se abstuvieron.

OFERTAS En su última intervención antes de la votación, convencido ya de que no obtendría los apoyos necesarios para la investidura, Zapatero agradeció las múltiples "ofertas de colaboración y diálogo" recibidas, pero quiso dejar claro que se siente fuerte para emprender un nuevo mandato con el respaldo de los 169 diputados socialistas, a quienes agradeció su "inmenso caudal de generosidad". Para el líder socialista, tras la votación de ayer, "no habrá excusas ni resignación" a la hora de cumplir el programa con el que concurrió a las elecciones del 9-M.

Zapatero no se mostró afectado por ser el segundo presidente del Gobierno de la democracia, después de Leopoldo Calvo-Sotelo en 1981, que necesita una segunda ronda de votación para su investidura. "Está bien, está bien", fue lo único que murmuró cuando los periodistas le preguntaron al respecto mientras abandonaba el Congreso.

El líder socialista, que dará a conocer su Gabinete el sábado, se propone empezar la legislatura tejiendo pactos puntuales con los partidos que quieran sumarse a las iniciativas. Después de asumir formalmente el cargo para el segundo mandato, prevé ponerse en contacto con el líder del PP, Mariano Rajoy, con quien buscará aproximaciones en algunos asuntos de Estado pendientes. En la agenda destacarán dos puntos: la reconstrucción de la unidad frente al terrorismo y la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Sin embargo, la primera gran cita que pondrá a prueba la estabilidad del próximo Gobierno socialista serán los presupuestos generales del 2009. Las cuentas serán inevitablemente restrictivas por la desaceleración económica, y Zapatero confía en sacarlas adelante con el apoyo de CiU o del PNV más algún grupo menor. Antes de ese debate tendrán lugar varios acontecimientos que permitirán clarificar, o complicar, el panorama político. En Cataluña se celebrarán la asamblea de ERC --con sus previsibles efectos en el tripartito-- y el congreso de CDC, que marcará con más nitidez la estrategia de CiU respecto a la gobernabilidad del Estado. En Euskadi, el PNV decidirá si lleva adelante su proyectado referendo soberanista o si convoca elecciones anticipadas para octubre.

Hasta otoño, el PSOE aspira a contar con la "complicidad" de nacionalistas catalanes y vascos. Ello significa, según las mismas fuentes, un acuerdo tácito entre las partes para mantener una actitud constructiva, sin perder de vista que existen fuertes condicionantes para alcanzar por ahora un acuerdo más estable.