La 18 cumbre iberoamericana empezó anoche en San Salvador (El Salvador) con la crisis global en la mente de la veintena de mandatarios presentes. En principio, el leitmotiv de la reunión --la primera tras el episodio del "¡Por qué no te callas!"-- debía ser la juventud, pero todos los gobiernos han coincidido en la necesidad de dedicar buena parte de los plenos y las citas bilaterales a buscar remedio para el estrangulamiento de los mercados. El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, desea que los países participantes consigan alzarse con una sola voz en medio del caos desatado por la crisis. "Muchos de estos países aún no se han visto castigados por la crisis, pero no son ajenos, y es mejor que coordinemos recetas", dicen desde la Moncloa.

En este tipo de cumbres, los mandatarios celebran el llamado retiro de los presidentes, donde, durante tres horas, los jefes de Estado y de Gobierno hablan de los temas más espinosos sin cortapisas, lejos de las cámaras y casi sin asesores. Esa cita se celebrará esta tarde (diez de la noche en España) y, a petición de Zapatero y de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, se dedicará a la crisis económica mundial.

REFORMA DEL FMI El jefe del Ejecutivo español explicará a sus socios iberoamericanos su idea de reformar el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que se concentre en regular y supervisar el sistema financiero, además de volcarse en la concesión de préstamos. Zapatero defenderá la eficacia de la regulación española, uno de los argumentos que esgrime para poder participar en la cumbre del G-20 del 15 de noviembre.

Zapatero y otros miembros del Ejecutivo pusieron la semana pasada muchas esperanzas en la cumbre iberoamericana, donde el presidente contactará con tres líderes que sí acudirán a la cita de Washington: el mexicano Felipe Calderón, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la argentina Cristina Fernández de Kirchner. Los tres irán a la cita del G- 20 como líderes de países emergentes, en cuya liquidez muchos expertos confían para amortiguar los efectos de la crisis.

El anfitrión de la cumbre, el presidente salvadoreño, Antonio Saca, defendió ayer que sea el jefe del Ejecutivo español el que se encargue en esa cita estadounidense de defender la visión que Iberoamérica tiene de la crisis. Los gobiernos de El Salvador y México están trabajando en un documento final que recogerá las propuestas de la región para abordar las turbulencias y que, presumiblemente, se aprobará en el cierre de la cumbre como una declaración oficial.

Zapatero aspira a que el apoyo suramericano, sumado al que ya le han dado el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el premier británico, Gordon Brown, le permita obtener el visado para la cumbre de Estados Unidos. Sobre todo confía en Lula, con quien Zapatero se ha vanagloriado siempre de tener una relación excelente y que es presidente de turno del llamado G-20.

CONTACTOS Pero el Gobierno español ha anunciado que la cita tripartita, que la semana pasada consideraba como una de las más importantes de Zapatero en San Salvador --en la que se vería a la vez con Calderón y Lula "para coordinar posiciones"--, no se celebrará. Según la Moncloa, Zapatero se verá con el líder brasileño en un aparte, es decir, sin la pomposidad y duración que el presidente deseaba.

En cambio, con el presidente de México, con quien España mantiene relaciones especialmente fluidas, el jefe del Ejecutivo y el rey Juan Carlos se verán a solas en dos ocasiones. Ayer los tres tenían previsto celebrar uno de los encuentros. El segundo se producirá esta noche (madrugada del viernes en España).