Más de cinco veces repitió ayer José Luis Rodríguez Zapatero que ha cumplido con el Estatut, pese a las invectivas que le han llegado hasta su retiro en Doñana desde la Generalitat y los partidos catalanes por pensar justo lo contrario. El jefe del Ejecutivo no considera que su Gobierno haya quebrantado lo escrito en el Estatut al no lograr un acuerdo sobre el nuevo modelo de financiación antes del 9 de agosto. "Yo defiendo el Estatut, pero lo que dice el texto es que tiene que haber un acuerdo en materia de financiación, no que el Gobierno tenga que hacer esto o lo otro. El matiz es importante". Y, según Zapatero, el vicepresidente Pedro Solbes puso una propuesta sobre la mesa que Cataluña rechazó. Por lo tanto, vino a decir, el incumplimiento no es achacable al Gobierno. Sin entrar en reproches, el presidente propuso como solución: "Trabajo y tiempo".

Tras estar dos semanas de vacaciones en las que ha dejado a De la Vega lidiando desde Latinoamérica con las quejas de los partidos, Zapatero compareció ayer ante los medios de comunicación después de un Consejo de Ministros dedicado en exclusiva a la economía; y llegó con ganas de contratacar sobre el asunto.

CUMPLIMIENTO Zapatero insistió en que el Ejecutivo está cumpliendo "escrupulosamente" no solo con la propuesta de financiación, sino con el ritmo de traspasos y con la disposición adicional tercera del texto catalán, que prevé que Cataluña reciba durante siete años el 18,8% de la inversión del Estado (equivalente a su peso en el PIB español), para compensar el déficit en infraestructuras.

El presidente no quiso concretar cuándo va a presentar Solbes otra propuesta y pidió que continúe el "proceso de diálogo" para conseguir un nuevo modelo de financiación que satisfaga a todas las comunidades. Zapatero admitió que hay una parte de la negociación "bilateral" con Cataluña, pero otra "multilateral", porque el sistema afecta a las otras 14 autonomías de régimen común. "Todas las comunidades van a mejorar", aseguró, antes de puntualizar que "unas más que otras". Preguntado por cómo va a conseguirlo en plena crisis y si, además, descarta adelgazar la parte que corresponde a la Administración central, Zapatero blandió el "superávit acumulado" --casi extinguido-- y comparó España con los países que tienen déficits del 3%. "Tenemos margen y lo vamos a utilizar con prudencia", añadió.

Pese a su visión "positiva" del desarrollo del Estatut, lo cierto es que la alianza de todos los partidos catalanes para pedirle cuentas por el incumplimiento y la complicidad del PNV pueden obligarle a comparecer en el Congreso. El jefe del Ejecutivo no parece dispuesto a hacerlo por iniciativa propia para evitar la imagen de soledad, ya que considera que las Cortes no son el mejor escenario para abordar la financiación. "Espero que los grupos reflexionen sobre si esa comparecencia es útil para llegar a un acuerdo", afirmó.

En todo caso, Zapatero no podrá posponer la reforma del modelo de financiación mucho más allá de octubre si quiere desbrozar el camino de los presupuestos, aunque ayer intentó quitar importancia a la revuelta y trató de separar los dos debates. "No están relacionados. Los presupuestos es una ley para un año y la financiación es un acuerdo para muchos más", declaró. El jefe del Ejecutivo se mostró convencido de que la Cámara aprobará las cuentas para el 2009, marcadas por el gasto social, el esfuerzo de inversión en infraestructuras y que serán "muy austeras en todo lo demás". "Creo que la mayoría de grupos están de acuerdo con eso", añadió.