Los periodos oscuros han pasado y España tiene hoy a Francia como uno de sus principales aliados en el concierto internacional. Aunque los hechos históricos siempre permiten una interpretación más o menos ajustada que justifique determinados posicionamientos políticos, José Luis Rodríguez Zapatero quiso ayer alejarse de lecturas interesadas. El presidente del Gobierno eludió el fervor patriótico que se ha despertado en las últimas semanas en Madrid con motivo del bicentenario del Dos de Mayo y quiso mirar hacia el futuro.

Defendió Zapatero, en Móstoles, la España contemporánea "aliada de Francia" que defiende la paz en diversas zonas del mundo y que "casi" ha vencido a sus "demonios seculares como la intolerancia, la desconfianza en el progreso o la negación del diferente", una afirmación que bien pudiera haber firmado de inmediato uno de los afrancesados que en 1808 asistió con espanto al derramamiento de sangre en las calles de Madrid.

PROYECTO CONTEMPORANEO Desde el ayuntamiento de la ciudad que alentó la insurrección contra las tropas napoleónicas, con los bandos firmados por los dos alcaldes que tenía en ese momento Móstoles, Zapatero midió sus palabras. Le había precedido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien destacó que los madrileños que se alzaron contra el Ejército de Napoleón "ya tenían la certeza de que formaban parte de una gran nación: España". Aguirre añadió que ese sentimiento también lo tuvieron incluso "los afrancesados", que querían importar las ideas de la Ilustración. El presidente del Gobierno, en cambio, huyó de ese debate sobre el nacimiento o no a partir de esos años de la concepción de nación española, que se plasmaría en la Constitución de Cádiz de 1812. Frente a la historia, "donde los recuerdos vienen, pero también se les llama", Zapatero insistió en el proyecto de la España contemporánea, reformista, que se ha fijado como objetivo y que considera que ha contribuido a impulsar con sus políticas de igualdad.

El presidente defendió el patriotismo de los españoles, en cambio, como "un principio de solidaridad", rechazando un debate en el que sigue enfrascado una buena parte del Partido Popular, que entiende que las reformas estatutarias de la última legislatura están a punto de acabar con esa concepción de la "nación española" que arrancaría de la guerra de la independencia en 1808.

El rey Juan Carlos, que cerró el acto oficial en el Ayuntamiento de Móstoles, quiso enmarcar la cuestión con más precisión, al señalar que, "por encima de distintas y legítimas visiones", fue en ese momento cuando el pueblo tomó "conciencia de la identidad nacional", de la nación moderna basada en las ideas de "libertad, unidad, igualdad y solidaridad".

El Rey afirmó que la guerra de la independencia, junto con la Constitución de Cádiz y "los procesos de emancipación americanos" reflejaron un mismo ciclo histórico con la revolución liberal como motor de cambio a los lados del Atlántico. El Monarca, que inauguró el monumento a la Libertad para conmemorar el bicentenario en la plaza del Sol de Móstoles y el Centro de Arte Dos de Mayo, destacó, en todo caso, que el único protagonista de aquellos hechos fue "el pueblo español".