En su primera reunión oficial, ayer en la Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero y Pasqual Maragall pusieron las bases de un nuevo modelo de relación que refuerce el vínculo de Cataluña con el Estado. El jefe del Ejecutivo prometió al presidente de la Generalitat catalana enterrar los viejos tics centralistas del Estado. Pero también le alertó de que las reformas de los estatutos y de la Constitución no brindarán privilegios a ningún territorio.

Maragall anunció que había pactado con Zapatero que las relaciones entre el Gobierno y la Generalitat no se basarán, como hasta ahora, en "la negociación puntual y el regateo permanente", sino en la convicción de que "la Generalitat es Estado".

Zapatero y Maragall constataron sus divergencias sobre el Estatuto, la reforma de la Constitución o la financiación. Sobre la reforma constitucional, después de que Maragall dijera que "está abierta", el ministro Jordi Sevilla replicó que sólo se tocarán los puntos anunciados --Senado, igualdad de la mujer en la sucesión a la Corona, mención a la Constitución europea y listado de autonomías--. En el encuentro se acordó trasladar a Barcelona la sede de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones.