La aprobación parlamentaria del paquete de reformas lanzado por el Gobierno en los últimos ocho días no será un camino de rosas. A favor de Zapatero jugarán la gravedad de la situación económica y la voluntad de acuerdo con la que el Ejecutivo ha puesto sobre la mesa sus propuestas, pero la precampaña electoral catalana complicará las negociaciones con los grupos, que difícilmente buscarán una foto con el Ejecutivo a no ser que salgan todos retratados, incluido, por supuesto el principal partido de la oposición. La geometría variable a la que tan aficionado ha sido el Gobierno ya no valdrá. Habrá que contar con todo el arco parlamentario.

CiU ya hace tiempo que dejó de ser un compañero de viaje estable para el grupo socialista en el Congreso. El mayor distanciamiento se escenificó en el último trimestre del 2009, con su jefe de filas, Josep Antoni Duran Lleida, invitando al PP a presentar una moción de censura.

ANTIGUOS ALIADOS Artur Mas dejó ayer muy clara la postura convergente: "La reforma se debe hacer con un Gobierno que tenga norte y capitán, y no es el caso". El principal reproche que formulará al Ejecutivo es haber puesto en marcha de modo "improvisado" y con "frivolidad" unos cambios vitales para el país, y reclamará que la batería de cambios se aborde a través de "grandes acuerdos de Estado". Y lo hará desde el principio, como lo demuestra la pregunta al presidente del Gobierno con la que Duran abrirá el miércoles la primera sesión de control parlamentaria del año: "¿Asume el Gobierno que cualquier reforma del sistema de pensiones debe hacerse por consenso?".

Los puntos de partida de ambas formaciones políticas son relativamente distantes. CiU no es partidaria de alargar la edad de jubilación, pero sí de poner coto a las prejubilaciones, mientras que considera demasiado light la reforma laboral propuesta el pasado viernes por Zapatero.

CANDIDATO Y PORTAVOZ Por su parte, el líder de IU-ICV, Joan Herrera, representa el caso más paradigmático de irrupción de la precampaña electoral catalana en las Cortes madrileñas, ya que deberá compaginar su papel de portavoz en el Congreso con el de candidato a la presidencia de la Generalitat catalana. Su reacción a las últimas medidas tampoco está teñida de entusiasmo. Tanto la reforma de las pensiones como la de los contratos de trabajo le parecen a Herrera "propuestas de derechas". "Quien quiera hacer de esta crisis un problema laboral es un dogmático que hace ideologismo barato de derechas", porque el problema de España es "la falta de crédito". Lo único positivo de lo avanzado el viernes por Zapatero es que "la reforma no va tan lejos como pretendía el Gobierno" porque los sindicatos "han logrado pararlo".

No será fácil esta vez echar mano del PNV, como ocurrió con los presupuestos del 2010. El líder peneuvista, Iñigo Urkullu, confirmó ayer a este diario que el presidente del Gobierno no ha buscado ninguna aproximación y que reincidir en un apoyo a Zapatero podría comportar un serio riesgo para su partido. De hecho, Urkullu aprovechó ayer un acto público para meter en el mismo saco al lendakari, Patxi López, y al presidente del Gobierno, cosa que había evitado hasta el momento.