Caras largas en los jardines del palacio Belvedere de Varsovia. El talante de José Luis Rodríguez Zapatero y la positiva experiencia de España con los fondos europeos no lograron convencer ayer al primer ministro de Polonia, Jaroslaw Kaczynski. El Ejecutivo polaco, ultraconservador y euroescéptico, sigue empecinado en que el nuevo Tratado constitucional de la Unión Europea (UE) no incluya el sistema de voto por doble mayoría (extensión y población).

Ese nuevo método decisorio, que entierra el reparto acordado en Niza, perjudica a Polonia, sobre todo en comparación con Alemania, país con el que mantiene una relación tensa, enraizada en la ocupación nazi en la segunda guerra mundial.

Fuentes diplomáticas que acudieron a Varsovia a la cuarta cumbre hispano-polaca (ensombrecida por el dosier europeo) se mostraron preocupadas por la inflexibilidad de sus homólogos polacos y auguraron que el Consejo Europeo de la semana próxima será complicado y con noche toledana incluida.

"Va a ser muy difícil llegar a un acuerdo", declaró Zapatero en la rueda de prensa con Kaczynski en los jardines del palacio Belvedere. El presidente del Gobierno español nombró hasta cuatro veces los "fondos europeos". Polonia recibirá, entre este año y el 2013, 60.000 millones de euros de la caja común.

SIN PERMUTAS Preguntado directamente si flexibilizaría su posición si se le ofreciera alargar hasta el 2014 el Tratado de Niza --con el que Varsovia sí está de acuerdo, porque le da casi tanto poder como a Berlín-- y Alemania abriera las puertas a los trabajadores polacos antes de lo previsto, Kaczynski respondió que aún no había recibido esas ofertas de manera oficial y que su posición no acepta "permutas" de ningún tipo.

Pese a las reticencias, Zapatero se mostró "optimista" sobre las posibilidades para lograr un pacto, "aunque no sea el ideal".