Con muchas esperanzas, casi tantas como cautelas, ha acogido el presidente la oferta de paz de Batasuna. Persuadido de que la propuesta de diálogo del portavoz aberzale, Arnaldo Otegi, cuenta con el visto bueno de ETA, José Luis Rodríguez Zapatero garantizó ayer que será "capaz de hacer esfuerzos por la paz" si la banda terrorista deja de atentar. Como gesto de buena voluntad, incluso ofreció a la ilegalizada Batasuna regresar a las instituciones si condena la violencia. Y, como colofón, el presidente anunció la apertura de un "nuevo tiempo de esperanza y convivencia" en Euskadi.

Al inaugurar en San Sebastián la 5 Convención Municipal del PSOE, el presidente confirmó la trascendencia de la carta abierta que le ha remitido Otegi, que contestó formalmente con un mensaje minuciosamente diseñado: "He oído al señor Otegi, y quiero decir que todos los ciudadanos queremos escucharles. Pero para ello es necesario que cese de una vez el ruido de las bombas y de las pistolas, que tengan la valentía de rechazar y condenar la violencia". Una puerta abierta para que Batasuna recobre la legalidad y pueda concurrir a las elecciones.

GUIÑO SOBRE IRAK "Apuesto fuertemente por ver el fin de la violencia en Euskadi, y los ciudadanos saben hasta qué punto soy capaz de hacer esfuerzos por la paz", remachó. Con esta afirmación, Zapatero no sólo pretende demostrar a ETA y a su entorno que no le temblará el pulso si se dan las condiciones para afrontar un proceso de paz en el País Vasco; también supone un guiño a la propia Batasuna, pues alude implícitamente a su audaz decisión de retirar las tropas de Irak, elogiada por el partido aberzale en su misiva.

Con esta declaración de intenciones respondió el presidente a la oferta de la formación aberzale, que le propone abrir un proceso de paz basado en tres puntos: la firma de "un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas" en Euskadi; la renuncia de Batasuna a que ese pacto deba implicar necesariamente la independencia vasca; y el inicio de conversaciones entre el Gobierno y ETA "para la búsqueda de un escenario de desmilitarización multilateral" que acarree la liberación de los presos etarras y el "reconocimiento social" de las víctimas del terrorismo.

Sin lanzar las campanas al vuelo, fuentes oficiales aseguraron ayer que el Gobierno juzga probable una inminente tregua de ETA, muy debilitada por los golpes policiales, el impacto social del 11-M y la disposición al diálogo de Zapatero. Una actitud más útil para desactivar el conflicto vasco que la estrategia de confrontación con el nacionalismo que urdió José María Aznar.

Ayer mismo, durante su intervención en la Convención Municipal del PSOE en la capital donostiarra, el líder socialista se defendió de los dirigentes conservadores que le han criticado por recibir en la Moncloa al lendakari, Juan José Ibarretxe: "Le he escuchado por la misma razón por la que rechazo el plan Ibarretxe: por convicciones democráticas, porque representa a los vascos".

SIN APELLIDOS Tras ratificar que en el Congreso el plan Ibarretxe será rechazado "serena y democráticamente", de modo que "nunca tendrá vigencia", el presidente precisó que ello no es ningún "punto final a nada", sino más bien "una lección", un punto de partida para afrontar una reforma del Estatuto vasco que, a diferencia del proyecto de Ibarretxe, "no tenga el apellido de nadie".

En su empeño de exhibir una actitud constructiva --"veo el futuro con optimismo", enfatizó--, Zapatero garantizó a los vascos que el Gobierno español "respeta su identidad", y apostó por promover el euskera "como algo propio de España". Pero, sobre todo, abogó por sustituir el plan Ibarretxe por "un plan de todos y para todos". "Un plan que tenemos que construir entre todos, y digo todos", subrayó, en lo que fuentes socialistas interpretaron como otra invitación a Batasuna a rechazar la violencia, acudir a las instituciones y participar en ese posible "éxito colectivo".

Zapatero incluso avanzó que ese nuevo marco legal, "escrupulosamente respetuoso con el marco constitucional", podría otorgar al País Vasco "cotas más altas de autogobierno".

ELOGIO A RAJOY Para forjar ese "tiempo nuevo" que se avecina, Zapatero tuvo un "reconocimiento a la actitud" del líder del PP, Mariano Rajoy, que aceptó negociar con el PSOE las reformas territoriales pendientes.