El presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, se pasaron buena parte de la recepción del Congreso dándose la espalda. Pero coincidieron en su apuesta por no reformar la Carta Magna. Zapatero manifestó que no es "prioritaria" ni "imprescindible", mientras que Rajoy reafirmó la vigencia del texto.