La soledad del presidente, uno de los síndromes que más temen los altos mandatarios, ha asaltado durante este verano a José Luis Rodríguez Zapatero. Pese a que tras la última crisis de Gobierno el líder socialista se rodeó de un equipo formado por tres vicepresidentes de marcado perfil político, la persistencia y el recrudecimiento de la crisis económica le ha llevado a reajustar el funcionamiento del Gabinete en el nuevo curso político.

Uno de los principales objetivos que persigue el presidente con esta decisión es reforzar el discurso en defensa de la política económica del Ejecutivo. La omnipresencia de Zapatero en la toma de decisiones para luchar contra la crisis le ha llevado, según sus asesores, a concentrar un excesivo y perjudicial protagonismo. Ahora repartirá esa función entre María Teresa Fernández de la Vega, Elena Salgado y Manuel Chaves. Ello se traducirá en más presencia mediática de los tres dirigentes. Salgado dio ayer el primer paso al anunciar que ofrecerá una rueda de prensa semanal.

La vicepresidenta económica se ha tomado un mes de descanso en agosto tras las intensas negociaciones que le permitieron desbloquear el acuerdo sobre financiación autonómica. Su próximo objetivo no es menos complicado, ya que el Consejo de Ministros debe aprobar el 25 de septiembre el proyecto de los presupuestos del 2010.

Por su parte, De la Vega participará de forma activa en el tramo final de la negociación de la ley del aborto y ya practicó durante su habitual gira iberoamericana de verano el papel de portavoz del Gobierno ante los ataques del PP. La número dos del Ejecutivo asumirá, además, un papel relevante en la presidencia española de la UE en el primer semestre del 2010.

Se espera también la máxima implicación de Manuel Chaves, que tiene como primer cometido organizar la conferencia de presidentes autonómicos para debatir sobre la crisis.