La situación económica marcará la nueva legislatura que comienza. Y el discurso de investidura de José Luis Rodríguez Zapatero tendrá un claro contenido económico, con el mensaje de que el descenso del crecimiento no será tan grave como apuntan algunos organismos y gabinetes de estudios.

Zapatero quiere proponer un gran acuerdo social, con empresarios y sindicatos, y medidas concretas para estimular la economía, que pasarán por una nueva ley general de empleo, pero no por una reforma laboral de gran alcance. La búsqueda de pactos en materia antiterrorista y el nuevo modelo de financiación autonómica serán también ejes del discurso que pronunciará mañana en el Congreso.

Los expertos que elaboraron el programa electoral del PSOE y que ayudan a Zapatero en el discurso de investidura consideran que, tras las elecciones, no existe una situación de coyuntura económica que obligue a tomar medidas excepcionales. Se prevé un descenso importante en el crecimiento en los dos primeros años de legislatura, y una recuperación en el último tramo.

LA REBAJA DE 400 EUROS Contrariamente a la tesis del PP, que reclamó en la campaña electoral una rebaja de las cotizaciones sociales para hacer frente a la crisis, Zapatero quiere atender el "ciclo largo" de la economía, por lo que esas aportaciones no se quieren reducir. Planteará las medidas que ya anunció, como la rebaja de 400 euros en el IRPF que se aprobará en el primer Consejo de Ministros del próximo Gobierno. La previsión es aplicar esa reducción en un solo pago para liberar en el mercado una inyección importante de liquidez que ayude a incentivar el consumo. Otra de las propuestas es elevar el salario mínimo a los 800 euros en el 2012. En el paquete de iniciativas económicas que maneja Zapatero figura también la legalización de las empresas de recolocación privadas, que ahora están en una situación de alegalidad.

Zapatero planteará políticas de estímulo y acciones preventivas para que las empresas no recurran, como única salida, a los despidos en caso de crisis. La voluntad del todavía presidente en funciones es desterrar la afirmación de que España sufrirá una grave crisis. Pero, ¿cómo?

Sin ofrecer guiños a ninguna fuerza política en concreto, ni a posibles socios a lo largo del mandato, Zapatero insistirá en el diálogo con todos los interlocutores sociales recordando que el Gobierno socialista lo hizo en la pasada legislatura y que aprobó una reforma laboral en el verano del 2006. Aquella medida, se asegura por parte de los asesores en materia económica y laboral del presidente, "todavía no ha dado todos los frutos". Así, Zapatero incidirá en una de las cuestiones que más preocupan a los ciudadanos; la excesiva temporalidad de los contratos. El Gobierno en funciones defiende que se ha pasado del 34% de temporalidad al 30% en los últimos cuatro años. Y el presidente del Gobierno remachará el objetivo de reducirla al 25% al final de su nuevo mandato.

El Gobierno, en cualquier caso, es conocedor de la desaceleración económica desde hace meses. Ello le llevó a preparar la próxima legislatura, en el caso de que ganara las elecciones, aunque Zapatero se escudara en el superávit del PIB para no afrontar la realidad en la campaña. La intención es ayudar a que la economía cree dos millones de nuevos empleos, impulsando, entre otras medidas, la obra pública y reforzando la inversión en I+D+I para modernizar la economía española y hacerla menos dependiente de la construcción, ahora en franco declive. En esa situación, sin embargo, Zapatero se referirá al nuevo modelo de financiación para todas las autonomías.

LAS BALANZAS FISCALES Aunque para Zapatero ya no es una prioridad lograr su investidura en la primera votación y no se ve en la obligación inmediata de hacer públicas las balanzas fiscales que CiU y ERC habían exigido para votarle, el presidente no obviará la cuestión. Como gesto de complicidad futura con CiU, Zapatero anunciará durante su investidura su compromiso a publicar las balanzas.