Sin citar explícitamente el atentado del viernes en Durango, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aprovechó ayer su mitin en A Fonsagrada (Lugo) para lanzar un doble mensaje. A ciudadanos y partidos políticos les pidió, y al mismo tiempo les agradeció, la unidad frente al terrorismo. Y a ETA le reiteró que debe "ser consciente de que solo tiene un destino, el fin de la violencia", y aseguró que los etarras no van a conseguir doblegar los principios de la democracia. La unidad, la aplicación de "toda la fuerza de la ley" y la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado son los pilares del "muro", como lo definió el propio Zapatero, que debe hacer frente al terrorismo.

El presidente quiso empezar su intervención, ante las mil personas que participaron en la comida organizada por el PSOE, con esta referencia a la violencia etarra, asegurando que "en la España del 2007, la del progreso y la convivencia, solo sobra la violencia de las bombas y el terrorismo". Pero Zapatero intentó evitar que la reaparición de ETA empañase un discurso basado en vender sus logros en política social y en crecimiento económico. Había venido a hacer campaña y a pedir a los socialistas que trabajen con "humildad y talante" para revalidar una victoria en las próximas elecciones generales. Y en eso centró su intervención.

TIEMPO Y FORMA Sin desvelar la fecha en la que convocará las legislativas, Zapatero insistió en que no habrá adelanto, y que por lo tanto serán en marzo. Pero aunque falta más de medio año, el líder del PSOE dejó claro que la carrera electoral ha empezado. No faltaron los guiños a los pensionistas, a los que prometió que podrán vivir "un poco mejor"; a los jóvenes, reconociendo que su principal problema es el acceso a la vivienda, o a las personas que no pueden valerse por sí mismas, a los que recordó la ley de la dependencia.

Zapatero tampoco se olvidó del rival. Ironizó con los problemas internos del PP y los contrapuso al discurso del PSOE. "Nuestro problema no es el debate de Gallardón o Aguirre. Nosotros debatimos sobre cohesión social y vivienda", argumentó.

Aunque estaba en Galicia, el presidente ni nombró a Mariano Rajoy, líder del PP. Lo dejó en manos de otro gallego, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, al que el presidente definió como "un compañero excelente". Blanco se recreó en las disputas de los populares insistiendo en su radicalidad y, para ilustrarlo, aseguró que Fraga era "un moderado" al lado de Rajoy, Acebes y Zaplana. Eso sí, aclaró que no le echa de menos.