José Luis Rodríguez Zapatero transmitió ayer al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, su inquietud por el plan de esa institución de recortar en un 33% el número de traductores al español. En la Moncloa, el presidente del Gobierno reclamó a Durao garantías de que la medida no afectará a los intereses de España y defendió que el uso del castellano "no sólo se mantenga, sino aumente" por el "peso de España en la UE", según apuntaron fuentes oficiales.

El presidente de la Comisión se mostró "sensible" a las consideraciones de Zapatero y argumentó que la pretensión de Bruselas es "redesplegar" parte de los traductores hacia otros destinos, en particular a la página web de la Comisión, donde apenas existen contenidos en castellano. Zapatero le respondió que seguirá con "mucha atención" el desarrollo de los pasos que se den en ese sentido.

Zapatero y Durao dedicaron la mayor parte de la reunión a intercambiar ideas sobre el próximo paquete financiero de la UE. Los dos coincidieron en la necesidad de que el presupuesto se apruebe en diciembre para lanzar un "mensaje positivo" a los europeos. Y pidieron al primer ministro británico y presidente de turno de la UE, Tony Blair, que el presupuesto comunitario del 2007-2013 no quede por debajo del 1,06% de la renta nacional bruta de la Unión, umbral que ya había fijado la anterior presidencia luxemburguesa.

Zapatero y Durao aprovecharon el encuentro para firmar el memorando de la campaña Hablemos de Europa , que con una dotación de 600.000 euros pretende divulgar los valores de la UE.

Antes de su reunión con Zapatero, Durao intervino junto con José María Aznar en un acto de la FAES, la fundación que preside el anterior jefe del Ejecutivo. Recordó Aznar que Durao y él compartieron tareas de gobierno "en momentos decisivos para el futuro de Europa y de la relación atlántica". Durao, siendo primer ministro de Portugal, actuó de anfitrión de la célebre cumbre de las Azores, en la que George Bush, Tony Blair y el propio Aznar dieron el visto bueno a la invasión de Irak.

Para el expresidente, el "pesimismo" se ha instaurado hoy en Europa como "reflejo de la crisis de valores" y no existen "armas intelectuales" para afrontar la realidad de las sociedades europeas. Así, consideró "decepcionante" el proyecto de Constitución, que se negó a reconocer "la realidad histórica de las raíces cristianas de Europa".