El presidente del Gobierno escenificó ayer que, pese a las duras críticas vertidas por un sector de las víctimas del terrorismo, el Ejecutivo no abandona a los fallecidos en la defensa de la libertad y los valores constitucionales. José Luis Rodríguez Zapatero presidió en la Moncloa el acto en reconocimiento de los miembros de los cuerpos de seguridad fallecidos en el 2007 en acto de servicio, un homenaje ideado por él el pasado mes de octubre y en el que estuvo acompañado por varios miembros del Gobierno y representantes de las altas instituciones del Estado, de la oposición y del resto de grupos parlamentarios.

PALABRAS DE GRATITUD "Gracias en nombre de los ciudadanos, de la libertad, de la democracia y en nombre de todos", recalcó el presidente en su discurso, tras entregar a las familias de los fallecidos (27, aunque al acto solo acudieron 25) un documento oficial de reconocimiento y una placa conmemorativa. Zapatero calificó el homenaje de tributo "obligado" del Estado a los que "asumieron riegos" para que los demás puedan "vivir sin riesgos". "Al Gobierno le correspondía instaurar este día de recuerdo y homenaje. Es el Gobierno de España, cualquier gobierno de España, el que está con vosotros, el que os respalda, el que debe atenderos y también el que os pide que continuéis con dedicación, con la máxima profesionalidad y con la máxima entrega", dijo Zapatero.

El jefe del Ejecutivo subrayó que el "sacrificio" de los agentes exige "una correspondencia" y por eso se mostró dispuesto a mejorar sus condiciones de trabajo. Por su parte, el ministro del Interior hizo votos para que el acto sirva, al menos, para que los familiares de los agentes muertos "no se sientan desamparados, porque no lo están". Alfredo Pérez Rubalcaba explicó que los policías y guardias civiles muertos son su "estímulo cuando las fuerzas flaquean" al ejercer su cargo.

Al término del acto, tanto el presidente como otros miembros del Gobierno y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, consolaron durante largo rato a las familias, entre ellas las de los guardias asesinados por ETA en Francia Raúl Centeno y Fernando Trapero. El acto, al que no fueron invitadas las asociaciones de guardias civiles, cobra más relevancia al celebrarse justo cuando los partidos nacionalistas vascos ponen en tela de juicio la labor de los agentes en la detención de dos presuntos etarras, uno de los cuales está ingresado.